miércoles, marzo 11, 2009

El susurro de la tierra.

I).- La dependencia económica.

La Revolución de Mayo se produce en la etapa histórica de transición mundial del feudalismo a un modelo de producción capitalista, donde ya había triunfado la revolución liberal-burguesa inglesa, americana y francesa. Nuestros revolucionarios, Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, Nicolás Rodríguez Peña, Hipólito Vieytes y otros, propugnaban el desarrollo de un modelo similar al que se venía dando en Europa, que constituía un proceso revolucionario, progresista frente al atraso y las restricciones existentes del sistema colonial español. La existencia de enormes latifundios es una de las tantas manifestaciones de la herencia colonial. Por ello, el desarrollo de la artesanía y actividades fabriles, la libre circulación de los productos en el interior del país constituían, entre otros puntos programáticos, los objetivos económicos sociales del ideario revolucionario de mayo. Pero la debilidad de las relaciones económicas de aquel entonces impedía contraponer un frente sólido a la fuerza de los terratenientes y los comerciantes monopolistas hostiles al cambio.
Esteban Echeverría, en su manifiesto “Joven Argentina” de 1837, sintetiza dramáticamente las tareas inconclusas de la Revolución de Mayo: “el gran pensamiento de la revolución no se ha realizado. Somos independientes, pero no libres. Los brazos de la España no nos oprimen, pero sus tradiciones nos abruman. De las entrañas de la anarquía surgió la contrarrevolución”.
Después de Caseros, en las luchas por lograr la unificación política del país, se perfilan dos corrientes, aunque no demasiado definidas. Una propugnaba cumplir ese objetivo mediante el desarrollo del modelo capitalista sobre la base de la independencia económica y política, pero no contaba con suficiente apoyo social. Era la continuadora de la línea de mayo. La otra postulaba impulsar la unidad política y económica del país por medio de la consolidación de la oligarquía terrateniente bonaerense, estrechamente vinculada al mercado europeo, en particular al Imperio Británico, y con la introducción de las relaciones capitalistas, pero bajo el predominio terrateniente. Sus representantes más destacados fueron Bartolomé Mitre, Juárez Celman, Julio A. Roca y Carlos Pellegrini.
En la década del ’80, con la federalización de Bs.As., se dieron las condiciones necesarias para un gran salto en el desarrollo económico social de la Argentina. Ello requería de las fuerzas políticas actuantes realizar cambios estructurales en la tenencia de la tierra, en que predominen pequeños propietarios unidos por lazos de cooperación, acentuar la intervención del Estado en obras públicas fundamentales y estimular el desarrollo en la producción de las artesanías y manufacturas. Pero los gobiernos de la oligarquía no tenían como objetivo la explotación intensiva de todos nuestros recursos potenciales y, si en cambio, cimentaron la base material de su propio sostén económico y político: la riqueza ganadera.
Bajo esta última orientación, la Argentina entró en la esfera de dependencia directa de Gran Bretaña, la que extendió sus redes en el país con inversiones en tierras, ferrocarriles, bancos, servicios públicos, frigoríficos y empresas comerciales. Éramos un ejemplo de país que, no obstante nuestra independencia política, estaba envuelto en las redes de la dependencia financiera y diplomática inglesa. Se fue transformando la economía en “complementaria” de la de Inglaterra, en la “granja” que la abastecía de alimentos y materias primas, a cambio de manufacturas europeas.
El impulso de la producción agrícola-ganadera en el litoral, la convergencia de la red ferroviaria sobre el puerto de Bs.As., con la mira casi exclusiva de facilitar el movimiento de exportación e importación, el establecimiento de las industrias de transformación en la cercanía del puerto de Bs.As. u otros del litoral, la utilización de los bancos y del monopolio del comercio exterior para obstruir la diversificación de la producción agraria e impedir el desarrollo de las ramas económicas ajenas al interés del Imperio o la oligarquía terrateniente, representaron sucesivas maneras de una deformación económica cuyas consecuencias todavía aún están presentes. Esa deformación acentuó las diferencias entre las provincias “ricas” y las llamadas provincias “pobres”, debido a la desigualdad del ritmo y de intensidad en la penetración de las relaciones capitalistas en unas y otras, y tornó evidente un proceso de desarrollo desigual que acrecentó los contrastes internos de la sociedad argentina.

II).- La sumisión política.

En la superficie, la Argentina de 1910 se jacta de diversos éxitos. Marcha a la cabeza del resto de Latinoamérica en cuanto a sus riquezas, su cultura y su desarrollo, al parecer una pompa suntuosa de logros. Pero era tan sólo un delgado barniz, debajo del cual subsisten enormes problemas políticos, económicos, psicológicos y de organización social.
En cuanto al aspecto político, la realidad era la de un Estado altamente centralizado cuya importancia en el esquema de la realidad superaba todo lo que podía imaginarse en Norteamérica, dado que en la Argentina era el Estado el que inspiraba, creaba y dirigía, mientras que las acciones individuales se ubicaban en un segundo plano. El poder del Estado estaba aún en manos de una pequeña clase gobernante que compartía el mismo linaje, los mismos intereses, la misma visión política, los mismos clubes, los mismos afectos, los mismos rumores y los mismos vínculos con la City de Londres. Pero esta autoridad era ad hoc y casi informal, ya que el sistema político cuya función era la de definir, administrar y adjudicar el poder público se había deteriorado casi por completo. Hacía tiempo que la política federal establecida en la Constitución había quedado reducida a una mera teoría, si es que alguna vez fue otra cosa. Los poderes de las provincias no eran más que una cordial ilusión. Entre el gobierno de Urquiza y el de Ramón Castillo los gobiernos provinciales habían sido desplazados por las autoridades centrales a través de ciento treinta y cinco intervenciones. Los partidos políticos estaban casi desintegrados o neutralizados y ninguno de ellos tenía una representación digna de los trabajadores, del sector empresarial o de los intereses rurales. El arte de la participación política estaba descalificado.
Un hecho notable es el estrecho entrelazamiento familiar que se observa entre los grandes propietarios. Por ej., en la provincia de Bs.As. un conjunto de 27 familias poseían 1.411.526 ha. de explotación y en su mayoría unidos familiarmente entre sí y, además, ligados con otros grupos patricios. Todos en su conjunto pertenecen a la clase alta de propietarios rurales. El conjunto de sus campos, por su extensión, equivale a la superficie de no pocos países europeos.
En 1930, cuando un golpe cívico-militar de signo nacionalista de derecha voltea a Hipólito Yrigoyen, se desplaza el poder del radicalismo para devolverlo después a las fuerzas conservadoras. En realidad, el golpe militar termina instaurando el estilo político anterior a la llegada del radicalismo al poder, apoyándose para ello en un aparato de fraude electoral que pesó durante toda esa década. Los gobiernos conservadores de este lapso trataron de pagar este pecado de origen con administraciones formalmente progresistas que aceleraron la recuperación económica de la Argentina, profundamente herida por la crisis mundial de 1929/1933. Pero también habían acentuado la dependencia en que se encontraban los puntos neurálgicos de la economía nacional respecto de los centros de poder radicados fuera del país; concretamente Gran Bretaña.
Durante esta “década infame”, la mentira política, el vasallaje económico, la miseria y la desocupación, la alienación de la cultura y el espíritu del pueblo fueron notas permanentes que crearon un estado de desaliento y escepticismo en vastos sectores populares. Se descreía de la democracia y se negaba aptitud a los tradicionales mecanismos republicanos que la Argentina había usado durante décadas; se alude a toda la realidad política como una farsa y se denuncia a la estructura económica como un simple tinglado-factoría cuyo verdaderos protagonistas movían desde el exterior a los cipayos nativos.
Por eso, fue también propia de la época una expresión lapidaria que tuvo prolongada vigencia en esos años y los siguientes “los vendepatrias”. Naturalmente, los conservadores de esos años no admitirían jamás semejante epíteto: su mundo, sus intereses, su estilo de vida estaba tan consustanciado con el país que lo habían organizado y manejado como una estancia, que consideraban sinceramente que lo que era bueno para ellos tenía que serlo, necesariamente, para la Nación.
De ahora en más, éste será el desafío, “un país para todos o un país para el trabajo de muchos y la alegría de pocos”.

III).- La injusticia social.

La relación entre la ciudad y el campo era, hasta mediados del S.XX, uno de los temas nacionales más urgentes. Para la década del ’40 los problemas son, básicamente, socioeconómicos más que políticos y sus orígenes se hallan en la cada vez más acentuada disparidad entre la urbe y el interior. Son dos mundos diferentes, cada vez más vinculados y a su vez, por extrañas circunstancias, cada vez más distantes. La riqueza aún provenía de la llanura pampeana, de donde salían para nunca regresar. Las vías del ferrocarril ligaban a las provincias con la capital, pero no las unían entre sí. Las nuevas industrias florecían en Bs.As. y en el cercano litoral. La modernización que había llegado a estos lugares constituía a su vez un oprobio, ya que servía para enfatizar el atraso de las provincias en vez de contribuir a subsanarlo.
En gran parte de la llanura pampeana, a modo de ejemplo, el modo de vida casi no había cambiado desde la época de las guerras civiles. Ranchos de barro y paja y piso de tierra; enfermedades endémicas; niños subalimentados; falta de agua corriente y electricidad; índices de analfabetismo superiores al 50%; peones apiñados en camiones o carretones para ganado y transportados a sus lugares de trabajos recorrían largas distancias: un panorama desolador en contraste con la vanidosa Bs. As.
El jornalero que llega para trabajar en el campo es el de mayor sufrimiento, no tenían cama ni colchón, apenas un montón de paja de lino o chala de maíz y, para cubrirse unas bolsas de arpillera o yute que también servían como vestimenta. El dinero que se recauda por las cosechas no alcanza a cubrir los gastos de una familia y el costo del alquiler o el arrendamiento del campo. Muchas familias de pequeños arrendatarios son desalojadas y terminan ocupando un terrenito en donde construían sus viviendas precarias en las afueras del pueblo, junto a sus herramientas agrarias. A medida que pasa el tiempo, los pastizales cubren esas maquinarias y aquellos pequeños chacareros, que ya no podían mantener a sus familias, ni cuentan con otros medios de subsistencias, se ven forzados a malvender sus herramientas que tanto sudor les había costado conseguir y con las que ahora no podían siquiera hacer una miserable changa. Comienzan a migrar a las grandes urbes.
En ese en entonces, la producción argentina se sostiene con los frutos de la pampa húmeda: carne y cereales. Industrias alimenticias, textiles o de metalurgia liviana, proponían una complementación todavía incipiente. Era insuficiente la energía hidroeléctrica y las usinas térmicas pertenecían a grandes consorcios internacionales. No se fabrican automóviles ni neumáticos ni papel ni hierro ni acero. Carecíamos de flota mercante, los ferrocarriles son, en su mayoría, de propiedad británica. Los teléfonos, norteamericanos. Se explota petróleo moderadamente en la Patagonia y en le norte, por una empresa estatal, YPF, y otras privadas, británicas y norteamericanas. Pero el combustible líquido venía del exterior en su mayor proporción. No se extrae carbón. Y pocas rutas asfaltadas.
En cuento a los pueblos del interior bonaerense, están un poco más avanzados que las áreas rurales, aunque no cuentan con ningún asentamiento o instalación comercial de importancia. Tienen una capilla, una escuela, unos pocos comercios de ramos generales, calles sin pavimento, un cura, un jefe de policía; en conjunto, apenas lo suficiente como para arrugar la superficie de la llanura. El campo y los pueblos tienen poco en común, excepto el resentimiento hacia Bs.As., porque a pesar de lo humildes que eran, las poblaciones del interior no tienen conexiones significativas con el sector rural; no eran más que intrusos. Los pueblos y el desnudo escenario rural alrededor de ellos no tenían una misma comunidad social ni un intercambio cultural. El conocimiento y el pensamiento de uno no eran los del otro. La distancia social prevalecía por encima de todo en ese microcosmos de la fragmentación general. Tanto desde las ciudades del interior como del campo, los desposeídos y los desilusionados se lanzan hacia los grandes centros urbanos, sobre todo la capital, llevando consigo la cultura romántica del caudillo rural, del patrón de estancia, admiradora de Rosas. O bien llegaban sin ninguna cultura política, tan solo sobrevivir.
El nuevo inmigrante ha tomado la causa de los nuevos nacionalistas. Basándose en las emociones y en la nostalgia, el nacionalismo se había volcado siempre a un legendario pasado criollo fundado en los tradicionales valores provinciales. Ahora, siendo los problemas tan agudos, las aflicciones de la Argentina provinciana encuentran un canal de expresión en el nacionalismo, dándole vitalidad a este complejo movimiento.
Existen, además, otros problemas para esta época. La disparidad de clases, antes tolerable, se había tornado más ofensiva con los cambios económicos y sociológicos de los últimos sesenta años y no se había hecho ni propuesto nada para mitigarla. Los esfuerzos de los intereses mayoritarios para ganar un espacio más privilegiado, principalmente a través de los líderes socialistas, habían resultado infructuosos. En la práctica, la Argentina carecía casi por completo de legislación social, tan común ya en otras partes del mundo, porque no existen nuevas leyes y las antiguas no se pusieron jamás a la práctica. El movimiento obrero esta fragmentado y dividido en y por distintas organizaciones. La idea de que el trabajador, del obrero o del desposeído, en general, fueran posibles repositores o formaran parte del poder jamás se le había ocurrido a nadie.
La mayoría de las mujeres apenas se aventuran a trascender los umbrales de las casas; sólo salían para asistir a algún evento de caridad, para hacer las compras o para patrocinar alguna exhibición artística. Con iniciativa y coraje quizás presidían algún salón literario, publicaban alguna revista literaria o agrupaban a los movimientos de vanguardia. Los prejuicios sociales son muy fuertes.
En el plano de la psicología social, el imaginario se mantenía en la forma que España les había dado originalmente. Castilla y el mundo del gaucho habían quedado atrás, pero no tanto como pretendían. El interior seguía siendo criollo, tanto en el plano profundo como en el superficial. Si bien Bs.As. es europea en apariencia, es criolla en su estructura profunda a pesar de su conjunto, la influencia de esa civilización hispana es más fuerte que lo que admiten los mismos porteños.
Ante la multiplicación de problemas y la falta de soluciones, el espíritu del pueblo se va impregnando cada vez más de un sentimiento de desilusión, que se destaca como el obstáculo más relevante contra el cual deben luchar los nuevos líderes. El individualismo y la comunidad no estaban unidos en una ‘unión de organismos’. En cambio, estaban permanentemente en pugna. Impera la desunión, que responde a algún principio desconocido que parecía alejar cada vez más a todos los individuos. Las fuerzas armadas, los obreros, la Iglesia, las clases sociales y los viejos y nuevos nacionalistas reflejan esta separación. El enfoque más próximo a un consenso se da en la idea general de que la época está dislocada y que tarde o temprano, se deseara o no, sobrevendría un cambio drástico. Esta es siempre la opinión de la mayoría.
Siglo veinte, cambalache problemático y febril…el que no llora no mama y el que no afana es un gil…” sintetiza el poeta Santos Discépolo en su popular Cambalache.
La Argentina de 1943 es un país que navega a la deriva, escapando del control de todos los timoneles que surgían. Los oficiales y la tripulación luchaban en vano contra viento y marea. Era el momento que surgiera la figura de un nuevo capitán de barco para tomar un nuevo rumbo. O nos hundíamos!.

Su regreso a casa y la amistad con Domingo Mercante.

En diciembre de 1940 llega a Bs.As. En enero le ordenan trasladarse a Mendoza para que ejerciera como profesor en una escuela de instrucción de montaña del ejército. Es ascendido a coronel.
Regresé a la argentina con un panorama claro de lo que estaba aconteciendo en el mundo. No se trataba solamente de una guerra mundial; la historia seguía su inexorable curso, sólo que ahora lo hacía en forma descarnada que le imponía el desarrollo capitalista mundial. Había un proceso de evolución que tan pronto como terminara ese conflicto, cuyo fin era fácil de prever, seguiría su curso”…“Sabía perfectamente que lo que había ocurrido en Europa, se repetiría diez o quince años después en la Argentina. En este sentido, creo que el Viejo Continente será por siglos la cabeza y el centro del mundo. Los americanos tendrán un mayor adelanto científico o técnico, pero sin duda el proceso humanista pasa por allí, por Europa”.
En Mendoza estrecharía lazos fundamentales con el General Edelmiro Farell, el teniente primero de infantería Pedro L. Lucero, el coronel José H. Sosa Molina, el coronel Montes y el mayor Domingo Mercante. Este último cumplía su misión en el Arsenal de Guerra Esteban de Luca, una vez comprobó el sobreprecio de ciertos armamentos. Amigo de Torcuato Di Tella, distinguido industrial pionero en el país y proveedor de insumos al Ejército, ratifica lo descubierto por Mercante. Este se dirige al despacho de su general para informar de tal corrupción y puesta en su conocimiento la novedad, su superior lo observa detenidamente y le dijo: “Dígame mayor, usted es o se hace?, a lo que le contesta: “Discúlpeme, mi general, yo realmente soy”. Dos días después lo destinan a la plena cordillera andina, a un ambiente de frío atroz y soledad penetrante.
Antes de su traslado, Perón, había compartido con sus camaradas las nuevas ideas y teorías que en el campo social se estaban poniendo en marcha en Italia. Pero, resultó que para un sector retrógrado del ejército es un nihilista, un socialista que llevaba una bomba en cada mano. Sin embargo, las cosas ya estaban dichas, ahora sólo quedaba esperar la reacción. Lo que había dicho fue escuchado detenidamente por un grupo reducido de hombres que habían comprendido, además de tener las mismas preocupaciones que Perón, el mensaje y comenzarían a trabajarlo. En este punto y casi sin pensarlo, empieza a tomar forma una idea que se transformará en realidad dos años mas tarde.
Perón, estando en Europa, se había dedicado especialmente a estudiar los fenómenos sociales que allí emergían con toda su fuerza y en su manifestación más descarnada. Si se dedicó a aquel aspecto de la realidad europea fue porque quizás marcado por su particular origen y habiendo tenido que soportar más de un estigma de una sociedad hipócrita y un ejército donde la cuna contaba más que la inteligencia, hacía años que venía intuyendo que el futuro del mundo habría de tener un carácter eminentemente social. Los gobiernos debían ser cada día menos políticos y más sociales.
Paradójicamente, su predica hacía que sus interlocutores pensaran que todo lo que se dijera a favor de los social sólo podía provenir de un comunista o de un fascista. Estos hombres sólo veían trabajadores que amenazaban sus privilegios y cuestionaban “su” democracia. “¡Pero era al pedo!, a los liberales aquellos les sonaba a herejía”.
Su estadía en Mendoza fue tranquila, involucrado en todas las discusiones que circulaban en el ámbito castrense. Las visitas de algunas camaradas que llegaban hasta el lugar le permitían mantener, secretamente, profundos diálogos donde se analizaba la situación política nacional y se ponían en claro las nuevas posiciones que se perfilaban en ese gran sindicato, el Ejército.
Farell es designado al mando de la inspección de tropas de montaña con sede en Bs.As. y en mayo de 1942 dispuso los traslados de Perón y Mercante.
A fines de aquel año asume como Ministro de Guerra el general Pedro P. Ramírez y se realiza el segundo congreso de la CGT., presidido por Ángel G. Borlenghi, en que se reclama por la intensa ola de represión que se desarrolla contra la clase obrera por parte de las empresas patronales de distintas industrias.

sábado, marzo 07, 2009

De la pampa a los Alpes.

La crisis política que atraviesa Europa de pre-guerra la vive Perón intensamente en los mismos escenarios del viejo continente, e influirá decisivamente en su pensamiento. Partió en febrero de 1939, y entre julio de ese año y mayo de 1940 sirvió en unidades alpinas del ejército italiano. De ahí contrajo su incurable soriasis, en Cortina d’Ampeso, por efectos de la nieva que le quemó la cara cuando esquiaba en los Alpes, (por eso las venitas rojizas en su cara). Los informes de sus instructores hablan de sus magníficas aptitudes como alpinista. Durante este tiempo Perón trata de ser destinado a Roma, pero el Servizio di Informazioni Militare sospecha que quería dedicarse al espionaje. Se sostiene que Perón lleva la misión secreta de estudiar sobre el terreno el impacto del conflicto bélico europeo y sus posibles consecuencias para la Argentina en la eventual posguerra. Descartadas las dudas, desde junio del ’40 a diciembre, fue asistente del agregado militar en la embajada argentina en Roma. Viajó a Budapest, Berlín, Albania y la frontera ruso-alemana, e ingresó brevemente en la URSS, cuando todavía regía el pacto entre la Unión Soviética y Alemania. También viajó a Francia tras la ocupación alemana. En Roma escuchó a Mussolini en Piazza Venecia, cuando Italia entró en la guerra como aliada de Alemania.
Perón estaba viviendo un hecho inédito: la experiencia fascista, con la que no comulga plenamente, y obtuvo una visión del mundo en guerra y la seguridad de que los aliados vencerían.
Dirá Perón: “Es posible afirmar que una sola persona puede dominar la psicología de todo un pueblo? Me niego a reconocerlo porque ello significaría admitir que la conciencia popular no existe. En cambio, estoy convencido de que un dirigente es sólo un emergente de la sociedad, no cualquier emergente, porque para serlo hay que poseer dotes innatas; pero estoy seguro de que el carácter de jefe lo lleva a que se transforme en un gran ordenador, un hacedor de las necesidades populares, la persona justa en el justo momento, no un incapaz, porque ese no trasciende. Es el emergente capaz, pero emergente al fin, de un pueblo que quizá no lo elige, pero que seguro lo estaba esperando…”.
Entretanto, mantiene contacto permanente con los oficiales considerados “molestos” que estaban destacados en Europa. Con algunos de ellos, como Enrique P. González, ‘gonzalito’, comenta los sucesos políticos argentinos. De esa forma llegaban a conclusiones fundamentales como que sólo por el camino de la independencia económica podría un país afianzar su soberanía. La autodeterminación, sin apelar a ninguna receta extranjera, sería para la Argentina el método más eficaz. Para la misma época se carteaba con Farrell y a él le hacía extensivo su pensamiento y preocupación por la imagen que daba en el exterior la democracia fraudulenta de nuestro país.
El telegrama llegó a la embajada de improviso: el teniente general Perón debe regresar a la Argentina. La experiencia europea llega a su fin. El barco que lo va a traer de vuelta a Bs. As. sale del puerto de Lisboa. Hasta Portugal fue por carretera, tuvo que atravesar España y vio cómo había quedado ese país luego de la guerra civil. En ese momento comprendió que la guerra entre compatriotas fatalmente arrojaba resultados negativos para uno y otro bando.
La experiencia italiana fue muy significativa. Lo expuso por primera vez a la cultura de un escenario más vasto que difería considerablemente de su habitual medio local, dándole una comprensión más profunda de los asuntos internacionales y de las variaciones que existían entre los hombres y las instituciones. Y, fue una oportunidad para ganarse la admiración de sus colegas y subordinados: había visto el mudo! Ahora podía referirse con familiaridad de los hombres y de los acontecimientos que apenas se conocían en los círculos políticos de Argentina.
Tal vez, lo que más lo impresionó fue la sensación de estar en medio de grandes movimientos y cambios: “estudié mucho el fenómeno social y político. Allí había un gran crisol, donde se estaba fundiendo algo nuevoEn el continente americano y, sobre todo en Norteamérica, había mucha gente superficial que iba a Alemania, tomaba notas, sacaba fotografías y luego, al regresar a su país, exclamaba ‘uf, el fascismo y el nacionalsocialismo son sistemas tiránicos’, y con esto se conformaban, sin penetrar en lo que allí había de fenómeno social, en lo que allí se estaba incubando”. Esta fue una observación que luego inspiraría y reforzaría el mito de la coloración pro-Eje, con respecto a la guerra y a su relación con la Argentina.

La tragedia se hace presente. Tomo y obligo!

En 1938, ya en el país, muere su mujer de cáncer de útero, quedando en el desasosiego más grande que experimentó hasta ese momento, “Me paso a mí como a tantos otros hombres que cuando su profesión muestra su verdadero alcance, logra transformarse en una pasión que le hace olvidar el aspecto de su vida cotidiana y familiar. “ Potota” fue quien mejor supo de aquellas contradicciones y digamos también que fue la persona que más la padeció, aunque supo soportarme e incluso, a veces, con su doloroso silencio, ayudarme”…“Sentí ese día, creo que por primera vez en la vida, el sabor de lo irremediable, la desesperación de quien tiene las manos atadas. El miedo a la soledad o a la mala compañía. Todo lo tapé con exceso de trabajo, no quería pensar en ella. Ocupaba mi cabeza con muchas cosas, pero andaba a los tumbos”...“Si estuviese a mi lado le diría gracias, porque supo ser una digna mujer para una digna tarea; pero también le pediría perdón, por no haber advertido durante 10 años todos los actos que me brindaba producto de su amor, y por no haber aprendido durante todo ese tiempo que la mujer posee una misión en sí misma, aunque a veces por amor la resigne, y la inmole ofrendándola al hombre, con una abnegación que bordea lo sublime”.
El matrimonio no tuvo hijos. Perón no podia tener hijos, en virtud de un accidente en motocicleta cuando era joven. Quienes conocieron bien a Perón afirman que de sus esposas, Potota fue a la que mas amó.
Templado en la dura disciplina militar de pronto se encuentra frágil y desorientado. No quiere que sus amigos, sus jefes y, menos aún, sus soldados, lo vieran de ese modo. Poco después emprende un viaje por la Patagonia. La tierra de sus primeros años de vida, de sus vivencias infantiles, recuerdos que saltaban de su infancia cabalgando en su inolvidable “petiso” por los escabrosos caminos, cuando seguía a la peonada que iba en los carros a la precordillera a buscar leña para soportar la fría invernada patagónica. Recorre 18.000 Km. en auto, hasta detenerse en un pueblo perdido en la soledad de esos caminos misteriosos y enigmáticos. Encrucijada entre la vida o el infierno. Entra en un almacén de ramos generales, que parece esperarlo en medio de tanta melancolía y tristeza. Tiene la impresión que ha llegado al fin del camino. Pide una ginebra. El cantinero le acercó un vaso y una botella. Están solamente los dos. “Mándese un trago, beba conmigo”, el tendero ya tenía su vaso lleno. Queda preso de las circunstancias y en su fueron interno sentía una tremenda frustración por lo que le estaba sucediendo, en ese pequeño espacio se encontró con la mirada perdida, el rostro desfigurado, distante, que en vano trata de esconder, como si en un interrogatorio silencioso se preguntara: por qué?. Pero calla y soporta en silencio con la mueca de una sonrisa triste. Después de varias botellas, como en una ráfaga de viento, se vino la realidad encima, realidad que en esos momentos no entiende demasiado aunque conoce sus posibles resultados. Y fue un instante en que logra superar sus alicaídas fuerzas, una especie de pánico lo envolvió de repente, y como si estuviera dentro de un interminable túnel, la quietud se rompe y la voz áspera del curtido almacenero lo mira decididamente a los ojos, como sabiendo de estas cuestiones del alma, y le sugiere “creo que es tiempo de que regrese”. Encuadró entonces, “…es tiempo”, dijo Perón.
Retorna a principios de 1939. En ese año muere su mejor amigo de cáncer. Se distrae ayudando al padre Antonio D’Alessio en la organización de competencias atléticas para los niños pobres del vecindario. Se hicieron certámenes de fútbol, esgrima, clases de judo y de lucha grecorromana.
Se halla contento con los chicos, pero su condición de entrenador iba a durar poco. Recibe la orden y no le dejan espacio para la duda o la réplica: lo han designado agregado militar en la embajada argentina de Roma. Iba a estar dos años fuera de nuestro país.
No sabía si me estaban ayudando a olvidar aquel desgraciado momento que me había tocado vivir o si trataban de quitarse de encima un pesado e insobornable crítico de aquel desbarajuste…Por otra parte fui conciente desde un primer momento de que mi alejamiento, al igual que el de muchos otros, permitiría el libre desempeño de aquellos sectores que al igual que en 1930 sólo buscaban beneficios personales por medios inescrupulosos. El liberalismo con su concepción del éxito personal y su particular proyecto de país imperaba en la Argentina y todos se “afanaban” por llegar más arriba aunque al mismo tiempo se hundiera la patria. Aquellos que en 1930 había recibido un impulso que los elevó a las más altas magistraturas, se enceguecieron de poder. Cosa lógica en hombres que nunca habían trabajado para llegar allí. Aquellos representaban un verdadero grotesco en su borrachera de poder. Cuando más alto iban más se envilecían y nunca recordaron el ejemplo del cóndor, símbolo de América, imagen que los políticos deberíamos tener siempre presente porque se trata del ave que vuela más alto y no se marea”.

Chile y algunas zonceras!.

En 1936 es designado agregado militar en la embajada argentina en Chile.
Argentina y Chile no pasan un buen momento diplomático por la disputa del Canal del Beagle, que está siempre presente; y por la indolencia con que se actuó por evitar la Guerra del Chaco, entre Bolivia y Paraguay (1932-1935), donde Chile había dejado en claro que nada hubiera sucedido si las respectivamente cancillerías hubiesen actuado en forma combinada para evitarlo. Ellos sostenían que si la solución estaba en un acuerdo surgido de ambos países andinos, entrometer en el conflicto a países que estaban lejos del área iba a llevar forzosamente a demorar sin fecha cierta la conclusión del problema. En ese aspecto culpaban directamente a la persona del canciller argentino Saavedra Lamas, que en vez de resolver el problema en “familia”, impulsó en forma poco clara la participación de los Estados Unidos, Brasil y otros países como árbitros de la situación.
A pesar de ello, Perón supo ganarse la simpatía de muchos chilenos, entre ellos al futuro presidente Carlos Ibáñez del Campo. El 31 de diciembre, junto a su esposa y a un grupo de amigos celebran la llegada del nuevo año y su reciente ascenso a teniente coronel.
En Chile se ocupa de organizar una efectiva red de espionaje con el fin de conseguir información secreta de las fuerzas armadas chilenas. Los servicios de inteligencia militar sospechan de esa red, a la que dejaban operar hasta individualizar a los responsables. Con todo, Perón logra siempre desorientar a la inteligencia chilena y finalmente toda la culpa le fue atribuida al mayor Eduardo Lonardi, un voluntarioso subalterno de Perón. El gobierno de Chile lo declara persona no grata, expulsándolo luego del país. Este oficial tomará revancha dos décadas después.
De este hecho recuerda Perón de Lonardi “estaba casado con una hermana de los Villada Achával extremistas de derecha de la conventual Córdoba y que me atrevería a calificar como individuos prestos a cualquier tipo de aventura armada. Esta señora influyó para que su marido viese en mí al ‘chivo expiatorio’ del desgraciado episodio que en realidad protagonizó el propio Lonardi. Cuando se trató de aclarar esta situación, no hubo justificación que satisficiera a esta dama. Sobre todo, y como cuadra a la familia militar si su mujer no estaba de acuerdo. Entre las virtudes castrenses que adornaba, el carácter un tanto atrabiliario de Lonardi, la influencia sobre su propia cónyuge brillaba por su ausencia, y no hubo más remedio que aceptar como hecho consumado aquel fatal desencuentro, nacido en las confidencias de alcoba y sin otra justificación que los chismes o rivalidades del momento”.
La experiencia de aquella estadía en Chile resultó altamente positiva para Perón, por lo menos desde lo personal. Fue un de las vivencias mas ricas en lo que a la visión de América Latina se refiere. Pues allí, realizaría los primeros bosquejos de lo que iba a ser más adelante el ABC de la integración socioeconómica de nuestros países. Fue el resultado de las relaciones con destacados políticos e intelectuales, con los que reflexionaba largamente sobre la mejor estrategia para lograr la confraternidad del extremo sur del continente y América toda, esquivando los mezquinos intereses que desde siempre se había opuesto a aquel ansiado proyecto, y donde se dio un especial entendimiento con Ibáñez.

viernes, marzo 06, 2009

De escritor, estratega a profesor. Gendarmeria Nacional.

En 1921 el gobierno de Yrigoyen envía tropas a la Patagonia para sofocar una huelga de los trabajadores de la zafra lanera; este hecho es conocido como la Patagonia Trágica. “Los sucesos de Santa Cruz son claro ejemplo de la inoperancia del gobierno del Sr. Yrigoyen, que durante los cinco años pasados desde la iniciación de su período, no ha conseguido garantizar a los pobladores de algunos territorios los derechos más elementales” (La Prensa, 1 de nov.).
Perón escribe y publica “Ejercicios Corporales” (1923); “Higiene Militar” (1924); “Moral Militar” (1925) y en 1926 ingresa en la Escuela Superior de Guerra. En 1928 “El Frente Oriental de la Guerra Mundial de 1914. Estudios Estratégicos”; en ese año muere su padre y en 1929 se casa con Aurelia Tizón y recibe su diploma de Oficial de Estado Mayor.
Para comienzos de 1930 se está gestando un golpe de Estado contra el gobierno constitucional. La insensibilidad popular con respecto a la suerte del gobierno evidencia un corte entre la dirigencia y su base, pero también el ejército estaba dividido. Los Grales. Uriburu y Justo eran los jefes naturales de los dos grupos. El primero se autoproclama nacionalista, rechaza el absorbente personalismo yrigoyenista y aspiran a un dictador patricio. El segundo, quiere otorgarle a su sector un sentido más legalista, apoyándose en los sectores antipersonalistas, pretende tomar el gobierno por las armas, y luego retornar a la constitución y la normalidad. Perón apoya a este último sector.
El 6 de septiembre es derrocado Irigoyen. Eran civiles y militares que no supieron ejercer sus derechos ciudadanos en democracia y por ello se confabularon a lo largo de la historia con la fuerza de las bayonetas. Eran las minorías atados a intereses foráneos que maniobraban paralelamente, siempre enfrentados con los nacionales, protegidos desde los cuarteles para hacerse del poder. Era la pequeña burguesía prebendaria afín con esa antigua burguesía terrateniente, que buscaba enriquecerse con sus enormes extensiones de tierra. El nuevo gobierno de facto, que posee una fuerza operativa enorme en su aparato militar y financiero, pero que también es presa de la más cerrada improvisación y su falta de planificación no responde a la demanda de un pueblo que forzosamente tiene necesidades sociales sin resolver. El papel de las FF.AA., siempre con un lugar preponderante en el esquema de poder, se hallan faltos de planes y proyectos para incluir a los millares de marginados que pululaban indiferentes alrededor de un estado conservador, enriquecido, pero indiferente. El dinero proveniente del puerto y del campo se distribuye mal, no estaba contemplada la distribución de esa riqueza y no se alcanzaba a resolver situaciones esenciales de carencia que asolaban a la nación.
En esas aciagas horas de nuestra historia, le encomiendan la orden, a Perón, de patrullar las calles para evitar daños mayores: “No queremos que el populacho destroce nuestra ciudad” declara su superior. Al día siguiente, lo designan secretario privado del nuevo ministro de Guerra. Su esposa, Potota, le recrimina haber aceptado tal designación, no soporta lo que habían hecho con el gobierno radical. Por fortuna para la pareja, en octubre Uriburu firma el decreto que separa a Perón de ese cargo y lo designan profesor suplente en la Escuela Superior de Guerra e inmediatamente es comisionado para integrar una misión en la frontera norte del país. Es un castigo por decidir mal.
Estando en La Quiaca, Jujuy, contrae una afección pulmonar, la mala alimentación, la puna, la fatiga, la falta de previsión adecuada y la desidia de su superior que los abandona parecen confabularse contra ellos. “Menos mal que teníamos un organismo a toda prueba porque de lo contrario no estaríamos contando el cuento…se hubieran salido con la suya quienes desde Bs.As. querían desembarazarse de gente como Descalzo, Sarobe y quien les habla, por considerarnos demasiado críticos del proceso septembrino”.
Al año siguiente, ya en Bs.As., lo nombran profesor titular de Historia Militar en dicha Escuela. “La experiencia en la cátedra me condujo a delinear un sistema de enseñanza propio, basado fundamentalmente en el pragmatismo didáctico, yendo de lo particular a lo general y de lo concreto a lo abstracto...Esta experiencia edificó en mí la base fundamental de lo que sería en mi futura estrategia de adoctrinamiento político, basado fundamentalmente en el cuidado por partir de lo concreto y tangible para que el oyente pudiese ir elaborando por sí mismo las ideas, incorporándolas a sus conocimientos previos sin saltos bruscos, sin rupturas que pudieses oscurecer la concepción total, pero, a su vez, sin que implicase un quietismo intelectual sino que fuese una propuesta de consolidación de la cultura nacional enriquecida mediante aportes permanentes. En la labor docente descubrí que esta función está verdaderamente justificada cuando, y sólo cuando, la inclusión de nuevos temas están relacionados directamente con ejes intelectuales que se vinculan con datos culturales de sólida raíz sociológica, porque no hay problema más grave que el del hombre. El proceso histórico de estos últimos años viene demostrando al mundo entero que mientras la humanidad siga aferrada a la búsqueda de solución de problemas que no inciden directamente sobre el hombre, no llegará jamás a ninguna solución integral. La cual y sin ninguna duda, tendrá que buscar en el campo económico social y por el ancho camino de la cultura”.
Sus clases eran magistrales. Perón poseía ese extraño encanto de atrapar con su narrativa porque ponía una pasión encantadora en su voz intensa y profunda al transmitir los hechos y estos, tomaban vida en el brillo de sus ojos y en los movimientos de sus manos. Era cuestión de tocar un tema y dejarse llevar por la cantidad de conocimiento e información que poseía este joven oficial. Algunas veces era tan didáctico que tenía la habilidad de insertar a uno en su relato y hacerlo sentir un verdadero protagonista de los hechos. Había en torno a su personalidad una calidez humana que envolvía, y que hacia que todo el curso fuese una gran familia, y en ella no faltaron las emociones, las alegrías y las grandes tristezas. En él había una gran sed de aprendizaje y conocimiento. Apasionado en la lectura, deseaba cultivarse tratando de superar sus limitaciones.
En 1931 es promovido a Mayor y designado ayudante del jefe de Estado Mayor. En 1932 publica “Apuntes de Historia Militar. Parte Teórica”. Pasa a desempeñar el cargo de ayudante de campo del Ministro de Guerra. Para esa época, realiza una de sus primeras y mayores aventuras de su juventud, sucedió cuando recorre casi todo el sur del país en compañía de Pedro y Félix San Martín, Sanguinetti, de Fasola Castaño, se internaron en los contrafuertes cordilleranos por la región de los lagos Lacar y Traful, en la zona de Junín de los Andes. Allí quedaron reflejadas imágenes increíbles en su máquina filmadora francesa marca Paté. Con ella logra filmar lugares casi desconocidos por aquellos tiempos de nuestras fronteras y a su regreso preparó un trabajo que tituló: “La Patagonia; pasado, presente y porvenir”, con el cual hizo una presentación en el Ministerio de Guerra a cargo del Gral. Manuel Rodríguez y con la presencia del Ministro del Interior Dr. Leopoldo Melo.
Esta fue una de las primeras veces que se vio una especie de proyección a color en el país, pues Perón había puesto en el proyector tres vidrios de un color distinto y la imagen se veía en pantalla a tres colores. Además, dicho informe constituyó el primer paso para la creación de una fuerza de vigilancia de fronteras o mejor dicho, fue su informe lo que posibilitó posteriormente la creación de la Gendarmería Nacional.En 1933 da a luz “Apuntes de Historia Militar y Guerra ruso-japonesa” y en 1935 “Toponimia Araucana”, donde presentó un trabajo pionero de interpretación de las lenguas indígenas acompañando de los caciques Manuel Llauquín y Pedro Curruhinca.

El Capitán conciliador en los conflictos sociales. No a la represión!

En 1917, con 24 años de edad, es enviado a reprimir un conflicto gremial en la Forestal, establecimiento inglés en Villa Guillermina, Santa Fe. Sin embargo, Perón muestra una actitud conciliadora hacia los obreros, destrabando el conflicto sin reprimir. Este joven oficial exhibe una conducta que se diferencia del proceder tradicional del ejército. Las mediaciones en rebeliones obreras, las tareas educativas que el Ejército le encomienda, irán conformando un perfil que lo ubica entre los intelectuales de las FF.AA.
Esta parte fue su primera experiencia con los conflictos sociales, con el interior del país y con los estratos inferiores de la población; experiencia vital que le permitirá estrechar su mirada, junto a otros oficiales - como Domingo Mercante - en todo lo relativo a la “cuestión social”. Esto contrastaba con lo que sucedía con la mayoría de los oficiales “aporteñados” y los “porteños”, cuyas experiencias de juventud estuvieron signadas por sus estadías en las capitales europeas.
Su destino siguiente fue el Arsenal Esteban de Luca, Bs.As. No todo es arduo trabajo en su vida, también hay tiempo para el ocio. Acude al famoso Palais de Glace para ver en persona al dúo más famoso de aquellos tiempos: Carlos Gardel y José Razzano. Cuentan que antes de su actuación, Gardel estaba dialogando en la vereda con un grupo de amigos; abrió los brazos y dio un paso hacia atrás, como manifestando asombro, y pisó al joven teniente sin querer: “perdóname, hermano!”, le dijo y abrazo al joven soldado.
En 1919 le toca participar de la represión en la huelga metalúrgica de los talleres Vassena, suceso conocido como la Semana Trágica.
Ese año, era un año político en toda su dimensión, primero porque comienzan las pseudos organizaciones obreras que teñidas con distintos colores fragmentan los intereses de los trabajadores, mezclando los discursos reivindicativos con posturas ideológicas foráneas; y segundo porque ya existía en el gobierno un partido político nacional y popular que pretendía convalidar sus títulos haciendo suyos los reclamos populares, pero constreñido por las fuerzas retardatarias de la oligarquía. Fueron épocas de ojos bien abiertos”.
Los sucesos de Semana Trágica y las revueltas sucesivas, si bien son identificados con los reclamos de un amplio sector marginado, son partes de los síntomas de una sociedad anómica, donde la abundancia y marginalidad coexisten descaradamente. Donde también la oligarquía sabe que no puede prescindir de ese sector ‘enfermo’ e insolente que con gusto hubiese extirpado. No tienen la capacidad de concebir una ecuación donde los dos sectores coexistan armónicamente.
El conflicto de los talleres Vassena, en Bs.As., repercutió en el interior del país. En el pueblo de San Cristóbal, Santa Fe, los trabajadores se apoderaron de la estación ferroviaria. Estalló el pánico y los comerciantes cerraron las puertas de los negocios. El ejército obró con violencia desalojando por la fuerza a los obreros. Su actitud represiva obtuvo como resultado una violencia mayor. Obreros y tropa se convirtieron en enemigos de una guerra incompresible.
Los mandos superiores del ejército descubren que allí obraba con manifiesta animosidad el oficial a cargo del operativo contra los trabajadores, y deciden su relevo designando a Perón en su lugar. Su proceder fue similar a lo actuado en Villa Guillermina, en 1917.
Por donde quiera que mirara campos y ciudades eran habitadas por obreros y sus familias, pero morando junto a ellos la injusticia social, el hambre y el sufrimiento. Sólo yo lo advertía? No había ningún argentino capaz de suprimir tanto mal en nuestra tierra?...Cuando los obreros se declararon en huelga reclamando mejores salarios, sucedió la Semana Trágica. En ese entonces se los acusó de comunistas, de ócratas, se dijo que eran rusos. Me inclino a pensar que eran solamente pobres argentinos azotados por las miserias fisiológicas y sociales. La reacción violenta del pueblo hambreado no mide consecuencias. El rival circunstancial se transforma invariablemente en enemigo consuetudinario”.
Estas experiencias “sirvió para acercarme aún más a los desposeídos y comprender hasta qué punto nuestro pueblo vivía sumergido en la miseria. Descubrí que era preciso elevar el bajo nivel económico de los trabajadores, que producen y son mayoría, para que sus mujeres e hijos disfruten de la igualdad y del derecho de vivir dignamente”.
Los pensamientos de Perón, acerca de las relaciones laborales y la justicia social, tal como las expresara en su Doctrina, recibirán la influencia de su vivencia en Villa Guillermina y San Cristóbal.

De boxeador, futbolista a dramaturgo. El primer voto.

Estando en Entre Ríos comienzan las primaras maniobras militares del ejército, con el propósito de prepararlos para una eventual participación en la Primera Guerra Mundial en Europa. Quizás, sospechan, fuesen a Italia y allí había diferentes terrenos para operar que en mucho se parecían a las hondonadas entrerrianas.
Su tropa la integran, fundamentalmente, jóvenes de poca cultura, y por tanto sabía que con ellos debía partir de cero. No sólo les enseña el manejo de las armas, también les explica el modo correcto de tomar los cubiertos para comer. Potencia el deporte por sobre todas las cosas, pero no desde la comodidad del sillón. Desafiaba a los más tímidos y les hacía frente a los más osados. Perón es un excelente esgrimista y boxeador. Funda el Boxing Club de Paraná, donde le gana por nocaut a un soldado británico que venía ‘paliceando’ a nuestros soldados que lo enfrentaban. Este era un deporte nuevo, introducido por un juvenil Jorge Newbery que hacia estremecer a la juventud argentina a principios del S.XX. También se quiebra una pierna jugando al fútbol, fue una distracción, no vio al cabo que venía “con la plancha” cuando escapaba con la pelota hacia el arco contrario.
También ve, por primera vez, las miserias fisiológicas y sociales en un país considerado, por propios y extraños, el granero del mundo; más del 30% de los conscriptos eran rechazados por “debilidad constitucional”. Indudablemente, esta realidad provoca un fuerte impacto emocional que lo marcará, definitivamente, para el resto de su vida. “Comencé en esa época a concebir el patriotismo no como el amor a la tierra de nuestros mayores, ni a sus riquezas, ni a sus ciudades o sus pueblos, sino a nuestros hermanos argentinos, que son los que más merecen y necesitan.”
Esa era la Argentina existente. La Argentina subterránea. La misma que, en 1904, describiera en su “Informe Sobre el Estado de la Clase Obrera Argentina” Juan Bialet Masse: “La educación del obrero criollo, para que no precise la ración en sustancia, sin que la familia y él mismo sientan la miseria, está muy lejana; y si se trata de su interés y del de las industrias, es tan necesario ocuparse de este asunto como de la medida de seguridad más importante; y en los establecimientos de campaña, en los que no hay donde proveerse, la ración es inevitable”... “Son rarísimos los patrones que se dan cuenta de que el rendimiento del trabajo es directamente proporcional a la inteligencia, al bienestar y a la alegría, sobre todo del obrero que lo ejecuta, y no al tiempo que dura la jornada, cuando ésta pasa de su límite racional; y mucho menos los que alcanzan a comprender que manteniendo a sus obreros en las miseria, lo mantienen en la tendencia al vicio y al delito, que ellos pagan en último término”.
Con ánimos de romper el aire monótono cargado de normas y reglas rígidas, organiza una improvisada compañía de teatro donde participa toda la tropa. Al principio, se llena de parientes y amigos de los soldados, luego de civiles que confunden sus aplausos con los militares. Las obras puestas es escenas eran escritas por Perón. Son un éxito resonante y el comentario de la región.
Las experiencias concretas de la vida castrense y el contacto con las necesidades angustiosas de amplios sectores de la sociedad, motivado en la inusual participación de la civilidad dentro del regimiento, le permiten la elaboración de una visión dinámica de la sociedad. Por un lado, el manejo indiscriminado y corrupto de la cosa pública; por el otro, la injusticia social y la pésima distribución de la riqueza que originaba los bolsones de pobreza por donde se mirase.
En 1916 emerge, en la política argentina, un nuevo sector social: los nuevos argentinos. Los hijos de inmigrantes que han venido con Avellaneda y que la política oligárquica jamás los había tenido en cuenta. Nadie prestó atención a las voces que se levantan desde el pueblo clamando por los derechos sociales. Perón vota por Yrigoyen, por el radicalismo, quien intentará llevar adelante una política de cuño social que reflejase las necesidades de sus votantes.

En el pais de los toros gordos y de los peones flacos.

Su padre se radica en Chubut (1904) y Juan Domingo es llevado a Bs.As., se traslada a la casa de su abuela Dominga, una mujer muy instruida, para estudiar en el colegio Internacional de Olivos.
Atrás quedaba para siempre aquel muchachito soñador y un tanto ingenuo, hijo de un perdido rincón del sur, de un matrimonio humilde de trabajadores de la tierra que también hacían patria poblando aquella inhóspita y desolada región. Llega a la gran capital, con un puñado de sueños que prometían hacerse realidad ante este nuevo despertar de la esperanza.
Nunca puede uno imaginar qué le tiene reservado el destino y esa incertidumbre que se llama futuro trae aparejadas todas las sorpresas que nadie logra adivinar por más clarividente que sea.
En 1909 ingresa al Colegio Internacional Politécnico. Al año siguiente comienza a ilustrarse en las materias para inscribirse en Medicina; pero su abuela le solicita una beca en el Colegio Militar y rinde el examen de ingreso consiguiendo dicha beca. Engalanando por primera vez el uniforme de cadete del ejército en 1911.
La educación que recibe es propia en su generación, con profesores formados en lo que se llamó Movimiento Humanista europeo, que se originó en los S.XIV y XV y que vino a romper con las tradiciones escolásticas medievales, donde se trata de darle al alumno ese sentido racional partiendo de la ilustración de los clásicos griegos y latinos, es decir, dominar la mayor cantidad de conocimientos para aplicarlos con sentido común en todas las tareas del diario vivir.
Su hermano, Avelino, debió regresar al campo a ‘arrimar el hombro’. La situación económica de sus progenitores hace imposible que pudiera mantener a sus dos hijos estudiando en Bs.As.
Desde niño, Juancito, se jacta de valerse como un hombre, actuando autónomamente frente a los hechos que se presentan, en ese momento su obligación cotidiana y su motivo de preocupación era la escuela. Demuestra ser el hombre de aquella casa, en el cual con el recuerdo de su abuelo no basta. En realidad, se trata de una máscara que oculta una profunda necesidad de afecto, una búsqueda que siempre le fue esquiva. Derivación de la temprana separación de su hogar paterno “como mi abuela era ya viejita, podía yo hacer las veces de jefe de familia. Eso tuvo gran influencia en mi vida, porque comencé a ser independiente, a pensar y a resolver por mí mismo”.
Se gradúa de subteniente en 1913, siguiendo la carrera de Infantería y rechazando la de Caballería, que era reservada a los jóvenes de clase media alta, los hijos de estancieros que saben montar desde chicos. La infantería, en cambio, la eligen los muchachos de clase media baja, por lo general hijos de inmigrantes. La razón que da por aceptar esta última, dice: “siento que esa es mi gente”.
El día de su graduación, su padre le regla tres libros que tuvieron una impronta perdurable en la formación de sus valores, cada uno de ellos llevaba una frase de su progenitor. Uno era el ‘Martín Fierro’, en cuyo interior decía: “Para que nunca olvides que por sobre todas las cosas sos un criollo”. El segundo, ‘Varones Ilustres de Plutarco’, con la siguiente inscripción “Para que siempre te inspires en ellos”. El tercero fue ‘Los Consejos de Lord Chesterfield a su hijo’, y decía “para que aprendas a transitar entre la gente”. Cada uno de estos libros y cada dedicatoria escrita fueron un tributo a los valores honrados por nuestra propia cultura. Lo criollo, lo nuestro, y el sentido de identidad cultural, de pertenencia al suelo; el individualismo enseñado en los ensayos que se basaban en el héroe y no en los procesos históricos impersonales para explicar los hechos históricos; y, un libro sobre pautas de conducta que definen la forma, el comportamiento y la manifestación, resultaron apropiados para el hombre que transformó la realidad de la Argentina profunda.
En la infantería no la paso nada bien, tuvo que soportar los abusos de un régimen que no conocía de los derechos humanos “Nosotros, pobres cadetes novatos, que sufríamos también la iniquidad de los más grandes, a quienes se les permitía torturar física y psicológicamente a los recién llegados a manera de catarsis y como compensación de lo que habían sufrido en años anteriores; no veíamos la hora de que llegase el franco o las vacaciones, y creíamos salir ilesos de tanto abuso, pero el tiempo demostraría que las marcas psicológicas quedan en el subconsciente y cuando emergen a la superficie, es mejor que esa persona no goce de mucho poder porque en ese caso las consecuencias son incalculables para quienes no tienen escapatoria que tolerarlos”. Sin embargo, ante sus fuertes planteos a sus superiores logra revertir muchas de estas prácticas.
En 1914 lo destinan al regimiento 12 de Infantería de Línea, en Paraná (Entre Ríos). Entabla amistad con Carlos Aloé, Richieri, Matienzo, entre otros.
Supuestamente los orígenes de Perón habrían sido fraguados por su abuela paterna, Dominga Dutey, como parte de un rompecabezas armado a conveniencia para blanquear ante las autoridades del Colegio Militar la situación del joven cadete, que había llegado al mundo con un estigma escandaloso para la época e inaceptable para el Ejército: ser hijo ilegítimo.
De todos modos el joven estudiante crece y aprende a conservar su secreto, el origen de su nacimiento y siente que debe percibir y catalogar estas dudas como "paginas oscuras" de su vida que recién comienza. Era la "belle epoque" argentina, la del poder sustentado por los barones de la tierra; de las estancias que se median por leguas, de la bien llamada oligarquía vacuna. Era el "país de los toros gordos y de los peones flacos", donde Juan Domingo se ha criado "de a caballo" entre los desposeídos, los indios, los mestizos y el gauchaje, meros partícipes de la injusticia de una sociedad injusta, regida entonces por la Ley de “Vagos y Malentretenidos.” Donde las simplezas como trabajar, luchar para vivir dignamente, ir a la escuela, construir la casita propia, tener asistencia médica, comer todos los días…eran utopías que buscan hacerse realidad.
Cuando Perón comienza a empinarse en los ámbitos de poder comprende que aquella historia montada por su abuela deberá ser preservada. De lo contrario, sus enemigos no descansarían hasta verlo juzgado por un tribunal militar de honor. Con el fin de sostener la historia de Lobos, se empezarán a encadenar una serie de hechos: se elige como casa de Perón la vivienda de los Moore, donde Juana Sosa, Juancito y Avelino habían estado durante 1895. A continuación el gobierno provincial expropia la casa y se "arma" un testimonio con fecha 29 de agosto de 1953, donde tres vecinos lobenses frente a un escribano público aseguran que Juana Sosa había manifestado que en esa vivienda de Lobos había nacido Juan Domingo. Pero Juana Sosa ya no estaba para confirmar o desmentir esa versión porque había fallecido tres meses antes. En octubre de 1953 por decreto se declara monumento histórico la casa "natal" de Lobos. De lo que estamos seguros es que su experiencia de vida no fueron lecciones aprendidas de un libro o de un narrador circunstancial. Fueron si, vivencias genuinas que fueron moldeando el carácter y el alma de un niño a quien el Destino, más tarde, le reservaba el pasaje a una dimensión impensada por él.

El frio patagonico y la calidez familiar.

La vida en la nueva granja, dedicada a la cría de ovejas, fue una lucha constante contra el medio inhóspito, el temible frío del invierno, los espectrales vientos que no cesaban de soplar. Pero, el mito de la Patagonia cruel y desolada se desvanece ante un espíritu perseverante y luchador. Juan Domingo lo sintió en carne propia: estuvo a punto de perder dos dedos de sus pies por congelamiento. Sin embargo, pese al clima violento y a la vasta soledad, supo ser feliz en esas tierras. Doña Juana se adapta a los avatares de esta nueva vida, monta a caballo como los hombres, cura a los enfermos con remedios caseros, ejerce de comadrona, participa junto a su marido y a sus hijos, cuando salían a caballo, a cazar guanacos y ñandúes. También debe consolar a sus hijos con toda su capacidad de madre. Ellos reciben educación de un maestro, controlado de cerca por el mismo Mario Tomás, cuya pequeña biblioteca constituyó el primer contacto de Juan Domingo con el mundo de la literatura.
De tanto en tanto, sus progenitores salían en sulky con abundante provisiones de ropas, que repartían entre los más humildes. Su padre decía que uno se recibe de argentino recién cuando funda un pueblo o cuando por lo menos, ve crecer la semilla en el campo, mediante su propio esfuerzo. “Todo lo que demos a los humildes es poco, decía, en realidad lo estamos devolviendo. Los olvidados de Dios, como dice la expresión popular, pero que sabemos que no son otra cosa que el fruto de la desidia y la incompetencia secular de los gobiernos”.
Sin embargo, la contribución más importante de su padre hacia el futuro presidente fue a través del ejemplo moral. Cuenta una anécdota que una vez un indio indigente se dirige en busca de ayuda. Mario Tomás lo recibe con gran cortesía, le habla en su propio dialecto y le ofrece un par de cabras y un lugar en el campo para construirse una pequeña vivienda, Juan Domingo le pregunta por qué tenía tanta consideración con ese indio Tehuelche, a lo que su padre respondió: “¿No has visto la dignidad de este hombre? Es la única herencia que ha recibido de sus padres. Nosotros los llamamos ahora indios ladrones y nos olvidamos que somos nosotros quienes les hemos robado todo a ellos”. Cierta noche, recuerda Perón, antes de ir a dormir, mirando por la ventana el campo inmenso, interminable, sumergido en el mas profundo silencio, la voz de su padre corta el hermetismo de las sombras: “Saben por qué en el campo la soledad es más grande que el horizonte? Porque el Gral. Roca asesinó a los únicos seres humanos de esta llanura. Tanto es así, que entregaron la vida luchando por su tierra. Los indios Pampas, los Tehuelches, los Pehuenches, fueron masacrados en nombre de la ‘civilización’. Ahora sus hijos son parias del destino. Roca les robó la tierra y la repartió entre sus lugartenientes. Algunos se quedaron con ella, pero la mayoría la vendió a los acaudalados porteños. Así nació la oligarquía terrateniente, que sumergió al descendiente del aborigen aún más con el transcurso del tiempo y que limitó posteriormente, el acceso político de la inmigración europea, a la propiedad de la tierra. Ese es el origen de la pobreza de la gente. Los pobres de hoy son tratados como extraños, en la tierra que fue de sus antepasados”.
Es común ver a Mario Tomás charlar con los paisanos, como uno más entre ellos. Muchos peones se quedaban a vivir en sus tierras y Juan Domingo los trata con mucha naturalidad, como si fuesen sus tíos. Nunca se los consideró peones en el sentido peyorativo que muchas veces se le da a esa palabra. Fue comisario y Juez de Paz, labriego y hacendado, padre, amigo y confesor y no sólo de sus hijos. Su casa era hogar familiar tanto como oficina pública o improvisado oratorio, y todo debido a las múltiples actividades que desarrolla y que sólo le reporta, como beneficio, un profundo prestigio entre los pobladores. Con un gracias! y un apretón de manos se sentía bien pagado.

El nacimiento en Roque Pérez el 7 de octubre de 1893.

Mario Perón renuncia a su cargo de Juez de Paz en Lobos y consigue el traslado a Roque Pérez, donde ejerce entre 1892 y 1898. A principios de 1892 compra unos terrenos que escritura en 1893 a nombre de su compañera Juana.
Durante ese fin de siglo avasallador, se lotea unas tierras de la sucesión de Félix Gutiérrez cerca de la estación de Roque Pérez. Compraron varios terrenos (seis en bloque a nombre de Juana; una esquina a nombre de él) y construyeron una casa, modesta y casi rural, una de las primeras que surgieron cercanas a la estación que aglutinó a los pobladores pioneros, en pleno campo del cuartel sexto de Saladillo, a diez cuadras de la estación Roque Pérez del ferrocarril. Perón siguió viajando regularmente a Lobos hasta 1895 a pedido de Del Mármol (Intendente de Lobos), y mientras tanto Juana criaba ovejas en Roque Pérez, en campos de los Sagastizabal y de los Atucha.
De la unión de ambos nació el primer hijo, Avelino Mario, el 30 de noviembre de 1891. Puesto que Mario Perón era funcionario, no estaba casado y provenía además de una familia distinguida tuvo temor de reconocer legalmente a su hijo, fruto de un vientre indio. Entonces por medio de un amigo hizo anotar al niño con el apellido Sosa. Este fue un muchacho retraído y de opacas ambiciones, que luego se casará con Eufemia Jauregui y tendrán nueve hijos: Dora Alicia, Eufemia Mercedes, María Juana, Mario Alberto, Olinda Argentina, Lía Vicenta, Amalia Josefa, Antonio Avelino y Tomás.
El 7 de octubre de 1893 nace Juan Domingo. Como en Roque Pérez no había registro civil (y tampoco Iglesia) es anotado en el registro civil de Lobos, como hijo natural, con el nombre de Juan y con el apellido de la madre: Sosa.
Dominga Dutey, abuela paterna de los chicos, está furiosa. Le dice a su hijo que, si mezcla su apellido con el de una aborigen, es capaz de quitarle su apoyo y unas cuantas cosas más. La opinión de Dominga pesa. Mario llama a su hijo Juan Domingo, en señal de reconocimiento y le ruega a Juana inscribir a sus hijos con el apellido Sosa y pone a nombre de su mujer la titularidad del rancho. Y eso es lo que sucede.
Recién el 11 de agosto de 1894 Mario Perón reconoce como hijo propio a Avelino en el registro civil de Lobos y el 8 de octubre de 1895 hace lo propio con Juan Domingo. Anotado irregularmente en Lobos, es decir dos años y un día después, y finalmente bautizado recién el 14 de Enero de 1898 como Juan Domingo Sosa, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Lobos. Al no estar casados, el padre inscribe a los hijos con su apellido y la madre los bautizaba más tarde con el suyo.
En 1895, cuando se produce el nacimiento del segundo hijo, el pueblo todavía no tiene registro civil y es un punto pequeño dentro del partido de Saladillo. El camino a Saladillo es dificultoso y lleno de peligros. Mario y Juana deciden tomar otra dirección e inscribirlos en el registro civil de Lobos, un trayecto que es casi la mitad de corto -30 km. contra 50-, más prolijo y seguro ya que, por entonces, era el camino más transitado para llegar a Bs.As. La de anotar a sus hijos en Lobos es una costumbre habitual para los vecinos de Roque Pérez, hasta que se abre la Delegación del Registro de las Personas en 1906 y todos los bautismos de los pobladores de la zona debían efectuarse en otras Parroquias hasta la inauguración del primer templo local el día 19 de febrero de 1899.
En Roque Pérez, Avelino y Juan Domingo cabalgan de sol a sol. Criados a lo indio, montando a caballo desde los dos años, corriendo tras su madre cuando iba a esquilmar ovejas. A veces ella viaja a Lobos como nodriza, a amamantar bebés del pueblo. Los vecinos de Roque Pérez suelen ver a Juan Domingo sobre un carrito tirado por su hermano mayor o jugando a piratas con sus espadas de maderas. Desde la infancia se irá forma con las primeras impresiones de las virtudes de la gente de pueblo, del paisano y del hombre a caballo, de su proceder y naturaleza, y cuyos méritos elogiaría toda su vida “...se trataba de gente magnífica; en su infinita humildad cabría una grandeza que no me fue posible encontrar luego en gente más evolucionada”.
En la ciudad de Lobos, Carmen Rodríguez, hija natural del Dr. Eulogio Del Mármol, estaba por dar a luz un hijo del estanciero Juan Moore. El niño nació el 5 de agosto de 1895 y se llamó Ismael. Como su madre no podía darle el pecho, y en esa época no existían sustitutos de la leche materna, Juana Sosa se estableció junto a sus dos hijos (todavía amamantaba a Juancito) en la casa de Carmen Rodríguez para dar el pecho al hijo de Moore y nieto natural de Del Mármol. Estas circunstancias explican que haya vecinos que fueron testigos de la estancia del niño Juancito en Lobos.
Mario Avelino Perón asistió, en el año 1898, a la Escuela nº 11 en la propiedad rural de la familia Atucha sita en el Cuartel 5º del Partido de Saladillo, a pocos kilómetros de Roque Pérez.
En el año 1898 Mario Perón parte sólo a Chubut a administrar una estancia. Deja a sus hijos en Roque Pérez. Pero pronto la estancia cambia de dueños y Mario vuelve al pago. Ya había llegado a oídos de su madre, Dominga Dutey, la noticia de que Mario había formado una familia. Ella presionó para que Mario reconociera a sus dos hijos y después para que se casara finalmente con Juana "...y se ponga en forma con la religion y la sociedad". Eso ocurrió el 20 de septiembre de 1901 en Buenos Aires.
No dura mucho el pequeño Perón en Lobos. En 1899, la familia se traslada a Buenos Aires, al hogar de los abuelos paternos, previo paso por casa de unos parientes en el pueblo de 25 de Mayo, donde cierta tarde, como un Tales de Mileto, resbala y cae al fondo de un pozo ciego al andar distraído, por esa natural curiosidad de observarlo y entenderlo todo, y es rescatado milagrosamente por una tía, que cuando por fin lo sacan, no sin muchas penurias y dificultades, en lugar de llorar por el temor dice al gentío que se allegó, que todo está bien, que no se asustaran. Ningún castigo, ni siquiera una ‘cascada’, “cosas de chicos” dirá su padre.
Ya en la capital, por intermedio de otro pariente lejano que se los sugiere, deciden trabajar las tierras que esa rama de la familia posee en el sur del país, en Trelew, provincia de Chubut. Mario y Juana parten hacia aquella provincia patagónica. Los hijos quedan en casa de la abuela Dominga en Buenos Aires y luego siguen a sus padres.
Con los años, el Gral. Perón le revela a Enrique Pavón Pereyra, su biógrafo: “Yo, como si hubiese jugado al destino en una mágica apuesta, logré conservar hasta hoy el origen de mi nacimiento como un profundo secreto… [En Lobos] hay una casaPero con toda seguridad no vio mi alumbramiento, pues éste había acaecido en Roque Pérez, partido de Saladillo”...“Mi nacimiento fue tomado con más calma que el de mi hermano Mario. Tanto fue así que mi padre decidió anotarme dos años más tarde. Un día más o menos, un año más o menos, ¡qué importancia podía tener! Ni mi propio padre le dio trascendencia y ante la pregunta del secretario del registro civil de Lobos: ‘¿Cuándo nació el niño?’, no dudó en responder que había sido en la víspera. Y así fue anotado mi nacimiento aquel 8 de octubre de 1895, como acontecido el día anterior. Pero en realidad yo ya tenía dos años para esa fecha. Mi nacimiento fue verdaderamente un 7 de octubre pero de 1893... Así constaba en las páginas del registro parroquial que lamentablemente una gran mancha de tinta derramada "casualmente" sobre el renglón que daría crédito a mis palabras, se ha encargado de silenciar para siempre. Se afirma que fue el pueblo de Lobos quien me vio nacer. Allí hay una casa, la de mis primeros años, donde gatee, donde comencé a dar mis primeros pasos, paro que con toda seguridad no vio mi alumbramiento, pues este había acaecido en Roque Pérez, partido de Saladillo."…"... mi origen se transformará en una constante a través de mi vida; será por eso quizá que la fecha de mi nacimiento quedó velada durante tantos años. ¿No habrá sido quizá una maniobra inconsciente de mi parte para ocultar un sentimiento de ilegalidad que me negaba a reconocer?" "no tenía padre, y la ley argentina prohibía investigar la paternidad del recién nacido. Pero sí se castigaba el adulterio y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo eximía de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. ¿Eso era justo? Nosotros hicimos una ley que daba al hijo natural los mismos derechos que el hijo legítimo"
…“Cuántas grandes mujeres quedaron al margen de los hechos sociales, ignoradas por su propia comunidad, observadas con espanto; cuando en realidad su único pecado fue el coraje de haber sido madres solteras? Esas mujeres quedaban solas para enfrentar la vida. Ese hijo no tenía padre, y la ley argentina prohibía hasta investigar la paternidad del recién nacido. Pero sí se castigaba el adulterio y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo eximía de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. Eso era justo? esta situación de desprotección sucederá, mientras las mujeres no intervengan más asiduamente en el espíritu de la legislación; hasta que llegue ese momento, las leyes estarán siempre hechas por adúlteros!, que ignoran que no hay hijos ilegítimos sino padres ilegítimos”.

Cuando Mario conoció a Juana. La calavera de Juan Moreira

En una tarde de abrasadora primavera de un 9 de noviembre de 1867, nace en un barrio silencioso de Bs. As. Mario Tomás Perón, es el mayor de tres hermanos y el que acompaña a su padre, Tomás Liberato, en sus visitas médicas en carácter de enfermero. Es rubio y de ojos azules. Lo llaman “el gringo”. Le gustan los libros y la naturaleza y, con el tiempo, empieza a detestar la medicina. Sin embargo, por mandato de su padre, debe seguir la carrera en la Universidad de Bs. As. Algunos dicen que es a causa de una enfermedad pulmonar, otros porque no soporta más vivir en la porteña ciudad y otros afirman que, lisa y llanamente, Mario es un inconstante. Lo cierto es que un día abandona la carrera, hace las valijas y se lanza a experimentar la vida de campo.
En lugar de darle un azote por no dedicarse a fondo a su carrera, Tomás Liberato le da una mano: le escribe una carta al Dr. Eulogio del Mármol, compañero de promoción y socio en la compra de un campo llamado “La Estanzuela” en 1886, para que le dé alojamiento a su hijo y lo ayude en lo que pueda. Del Mármol es una figura singular en Lobos. Participó en la autopsia del gaucho Juan Moreira, un matón justiciero que se convertiría en mito popular (la calavera de Moreira estuvo en poder de Mario Tomás por espacio de varios años, le fue obsequiado por del Mármol, hasta que resolvió cederla al Museo de Lujan para evitar que su hijo siguiera asustando a la gente; le faltaban algunos dientes que Juancito quebró cierta vez que cayó abrazando la calavera, mientras asustaba a Gabriela, una vieja sirvienta de Dominga Dutey). Fue juez de Paz, un héroe en las luchas contra la epidemia de cólera y está a punto de ser electo intendente. Del Mármol recibe al joven Perón como a un miembro de la familia. Le entrega unas tierras en las afueras de la ciudad. Mario siembra alfalfa y maíz. Se asocia con Del Mármol y comparten ganancias por la cría de ganado.
Mario tiene 22 años y es un gran emprendedor: con más de tres mil cabezas de ganado sortea el cerco de los acopiadores que compran todo por monedas, vende directamente a los estancieros, y surte de alfalfa a un grupo de empresarios que tienen tranvías tirados por caballos. A los pocos años, gana protagonismo, ejerce como Juez de Paz y sale de testigo en ventas de campos y es un codiciado padrino de bautismos.
En 1874, aparece Juan Irineo Sosa que se emplea, junto a su mujer y cinco hijos -entre ellos Juana Sosa-, como puestero en una pequeña estancia de Lobos; la estancia del socio de Perón. Allí, en casa de Del Mármol, Juana y Mario, que le lleva ocho años, cruzan miradas por primera vez.
Juana, es una jovencita de 15 años de sangre indígena semianalfabeta perteneciente a una antigua familia que provenía de la localidad de Azul. Es hija de Mercedes Toledo y Gauna, una tehuelche o aoniken, que nadie sabía por cuenta y cargo de qué ‘huinca’ (blanco) y de qué malón es su raíz. Ella apareció en el fortín de Lobos. Y su padre, Juan Ireneo, era al parecer de estirpe quechua, nacido en los pagos de Guasayán, en Santiago del Estero, cerca del límite con Catamarca y vino de cuidador a una estancia cercana a Lobos, trabajando después como albañil.
Alcanzaron cierta notoriedad en el lugar al brindar hospitalidad a Juan Moreira. La zona de Lobos fue escenario de las postreras hazañas de este último gaucho alzado, célebre por la resistencia que le ofrecía a las partidas policiales y por su valor indómito; valor que la pluma de Eduardo Gutiérrez habría de convertir en legendario. Los abuelos maternos de Perón, alcanzaron a conocerlo y le brindaron amparo.
Allí vivía Juana, sobrellevando una situación común a familias de su clase, realizando actividades variadas. Cuentan que vendía pasteles y huevos, destacándose por su forma decidida de montar a caballo y recorrer los lugares distantes, haciendo su propia clientela. En esa etapa conoce al joven Perón, y que por autorización de Del Mármol comenzará a hacerse cargo de las labores domésticas en la casa de su futuro compañero.
En los umbrales de 1889 Mario Tomás dejó súbitamente las tareas rurales y algunos amoríos para reencontrarse con su familia -entonces en Ramos Mejía-, urgido por la muerte de su padre, pero pasado el duelo y otra vez en la zona de Saladillo y Lobos, decide vivir unido a Juana hasta su muerte en 1928. Juana volverá a casarse con un empleado rural llamado Marcelino Canosa Pozal.

De Córcega a las pampas y el gran médico.

En 1827 llega a Bs.As. un joven con pasaporte extendido por el Reino de Cerdeña, llamado Tomás Marius Perrón (de origen sardo-francés, luego cambiado a Perón). Eran horas bravas de una historia que recién comenzaba a escribirse en la Argentina, había concluido la lucha por la Independencia y era el tiempo de la organización nacional, nadie imaginaba su duración y tampoco que se estaba gestando el inicio de desencuentros que llegaría hasta nuestros días. Un tiempo donde quedarán un sinnúmero de argentinos muertos en un camino que recién comenzaba a transitarse. Privilegio de tristezas acaso no deseados, dolor nunca esperado y agonía innecesaria, pagada como precio a los sentimientos de justicia, tierra y libertad.
Tomás Mario fue un romántico empedernido sin saberlo, un soñador que no sabía de sueños, un audaz que desconocía de su arrojo, un muchacho lleno de inquietudes, como tantos otros que venían a la América. En una tarde del verano porteño conoce a Ana Hughes McKenzie, hija de un carpintero londinense y madre escocesa, llegados en 1825. Se casan el 12 de septiembre de 1833 y continúan viviendo en la desorganizada ciudad trabajando al frente de una tienda, consiguiendo ser dueños de varias zapaterías e importadores de botines italianos.
Tienen siete hijos, entre ellos está Tomás Liberato Perón, uno de los médicos más insignes de la Argentina de aquella época, quien participa en la batalla de Pavón y Cepeda, senador porteño por el mitrismo y presidente del Consejo Nacional de Higiene, distinguido profesor de química y medicina clínica, reconocido por su inteligencia, su notable sensibilidad y por la nobleza de su carácter. Tuvo una destacada actuación como Practicante Mayor del ejército en la Guerra del Paraguay, así lo refleja uno de sus mas insignes alumnos, Ignacio Pirovano, en carta a Eduardo Wilde -luego de una batalla- donde exalta la figura de Tomás Liberato con los heridos. Se casó en 1865 con Dominga Dutey de Martirena, una viuda nativa de Paysandú (de sangre vasco-francés, cuyos padres habían llegado de Savoy, al sudeste de Francia), con quien tiene tres hijos, Mario Tomás, agropecuario, Tomás Hilario, droguero; y Alberto Carlos, militar. Además, Dominga tenía dos hijas de su primer matrimonio: Baldomera y Vicenta Martirena.
Fue amigo, entre tantos otros, de Leandro Alem, de Eugenio Cambaceres, Pedro Goyena, Carlos Pellegrini y de Federico Tobal. El hijo de este último, Gastón Federico Tobal, en su libro “De un Cercano Pasado” incluye, entre otras semblanzas, la de este médico amigo de su padre. Tobal padre, incluso, escribió la nota necrológica de Tomas Liberato Perón aparecida en La Nación del 7 de febrero de 1889, seis días después del fallecimiento. Fue también tiernamente evocado en las “Memorias” de Ezequiel Ramos Mejía, su alumno e insuperado ministro de obras públicas. Como médico curó casi milagrosamente al niño Luis de Elizalde, hijo de Rufino de Elizalde (Ministro de Relaciones Exteriores en la presidencia de Mitre). Esa aureola -y por haber sido su hijo Alberto cadete del Colegio Militar- sirvió más tarde a su nieto, Juan Domingo, para ingresar a la carrera de las armas.
El abuelo de Juan Domingo fue el único antecesor con notorio prestigio intelectual y social, lo que significaba un valioso reconocimiento en la Argentina. Fue un gran hombre, un gran médico, pero sobre todo recordado docente por su abnegada tarea de cátedra en la universidad porteña, que no la abandonó ni siquiera ante la enfermedad que terminó por doblegarlo, algo que le consiguió el reconocimiento de colegas, amigos y alumnado. Cabe citar, también, que haya reunido en su jardín la colección de rosas más espectacular de Sudamérica, con 500 variedades.

DESENTRAÑANDO A LA HISTORIA.

Cuando miramos hacia atrás, hacia el pasado, vemos irremediablemente que, ese pasado, se nos bifurca en infinidad de direcciones, eventos, acontecimientos, sucesos, hechos...
Es en el método que utilizamos para vincular todo ese conjunto de elementos, en cómo sistematizamos y ordenamos para su posterior difusión en los medios de consumo masivo (libros, televisión, documentales, discursos, etc.), lo que permite separar una escritura de otra. Una lectura de otra. Una posición de otra.
Por supuesto que, cuando uno elige qué dar a conocer, deja de lado muchas otras cosas.
Esta elección no se da como resultado del libre albedrío, sino que es el resultado de la interacción de diversas influencias que condicionan la propia escritura y al escritor mismo. Cuando seguimos la trayectoria de un hecho histórico, aparecen situaciones en que ésta se vuelve cada vez más inestable y finalmente se descompone en una multiplicidad de nuevas bifurcaciones. Cuál de esos caminos resultará elegido, es una cuestión ‘subjetiva’, es una elección condicionada por la “visión de mundo” de la estructura mental de carácter colectivo que representa la clase o sector social a la que el indagador pertenece. Es decir, quien escribe lo hace comprometido con una posición social a la que representa, con un sistema económico y político al que se adscribe, con una ideología a la que adhiere. Bien afirma Marc Bloch “...a todo estudio de la actividad humana amenaza el mismo error: confundir una filiación con una explicación”. Por supuesto, este tipo de actitudes nos lleva a considerar la Historia como “literatura conjetural” o una representación para fabricar ficciones.
Además, dista mucho de que los hechos descriptos en la historia sean la pintura exacta de los hechos mismos tal como han ocurrido: éstos cambian de forma en la cabeza del historiador, se amoldan a sus intereses y adquieren el tinte de sus prejuicios”, afirmaba Jean J. Rousseau.
El pasado es una construcción y una reinterpretación constate en que la historia “recoge sistemáticamente, clasificando y reagrupando los hechos pasados, en función de sus necesidades presentes. Sólo en función de la vida interroga a la muerte (...) Organizar el pasado en función del presente: así podría definirse la función social de la historia”, nos indica Lucien Febvre

No siempre la historia que conocemos suele ser la historia fidedigna y verosímil. Diferentes razones hacen que ésta se desvirtúe y que al final de los tiempos nos lleguen vagas referencias que en la realidad nunca tuvieron tal importancia o veracidad. Tal vez las causas por lo que sucede esto sean por el transcurso del tiempo que casi todo cambia o el caudal de intereses que los suscitaron. Un proceso narrado históricamente puede tener dos o más variantes o ambas, aún ajustándose a la verdad, puede tener interpretaciones diferentes. Todo se circunscribe a la sensibilidad y formación, claridad y honestidad intelectual de quien escribe.
Cuando muere Juan Domingo Perón el 1 de julio de 1974, desaparece no sólo el protagonista principal de una gran parte de la historia argentina, sino que con él se fueron también muchas de las posibilidades de desentrañar la verdad sobre episodios que construyeron su propia figura mitológica. Desde sus orígenes, el General mantuvo con sus fuentes una oscura relación, que fue acrecentada por quienes lo rodearon en las diversas contingencias de su vida política y por él mismo, que se prestó a una suerte de ocultamiento de sus datos personales.
Ni siquiera de su fecha de nacimiento hay certezas definitivas. El día es aún discutido: si el mismo se produjo el 7 o el 8 de octubre. Si fue en 1895 o en 1893.
Si en su ascendencia predominaba la sangre india o provenía de familias de inmigrantes; y, finalmente, hasta su mismo lugar de origen están hasta hoy en tela de juicio. Sorprende entonces la forma en que se construyó una historia cuando debieron haber estado asentados los principales hechos de su vida, como en cualquier caso, máxime siendo integrante de una institución como el Ejército mismo.
En cierta oportunidad el historiador Félix Luna se acercó a Perón para recabar de él datos que necesitaba para sus trabajos. La respuesta de Perón fue desalentadora:
- Mire Luna -le dijo- todas estas cosas yo se las dejé a Pavón Pereyra para que sea él quien las maneje, de manera que ahora no puedo inmiscuirme en lo que está haciendo.
Enrique Pavón Pereyra, historiador que compartió con Perón la primera oficina que tuvo éste en el Ministerio de Trabajo, fue con el correr del tiempo el biógrafo oficial del ex presidente. Así, en uno de sus últimos libros - “Yo, Perón” - escribe en primera persona, como si fueran realmente las memorias dictadas por el ex presidente la biografía de éste. Es la base de este blog.

miércoles, marzo 04, 2009

NUESTRO OBJETIVO.

Mucha tinta se está derramado en torno a la biografía política del General Juan D. Perón. Sus aciertos y desaciertos. Sus emociones y reacciones. Su ética e inmoralidad. Su claridad y cegueras. Sus reservas y recelos. Desde autores nacionales y extranjeros, incluso cineastas de dudoso interés por la memoria, todos montados en sus propias ideologías, tendencias y personales visiones de mundo.
Sin temor a equivocarnos, este ‘historicismo’ intenta reflejar una naturaleza ecléctica en los rasgos de la personalidad de Perón: con vertientes en el nacionalismo conservador, el catolicismo social, del sindicalismo corporativo, en el modelo militar prusiano, del fascismo italiano, del bolchevismo ruso, etc. No obstante, poco se ha escrito o investigado en los aspectos más significativos y significantes del hombre, Juan Domingo.
Han utilizado todos los artificios, todas las artimañas - habidas y por haber - que pueda otorgar el abusivo ejercicio del poder para tergiversar, desacreditar o vaciar de contenido su paso por la historia de nuestra casa Argentina. Nunca entendieron lo que sucedía en las profundidades de la República, y por eso no tuvieron (y no tienen) la capacidad de comprender y acompañar la gran transformación inspirada por Perón.
Paradójicamente también somos nosotros, los Justicialistas, los que favorecemos este quehacer. Nuestro pueblo, y en particular las nuevas generaciones de argentinos, no identifican y reconocen con clara naturalidad lo que Perón soñó: una Comunidad Organizada con Justicia Social.
Recordando algunos pasajes del Libro de Lucas, vers. 19:45, donde Cristo, compungido y apenado, encuentra en la entrada del Templo de su Padre una horda de mercaderes haciendo sus convenientes negocios, comienza a expulsarlos violentamente, expresándoles: “Dios dice en la Escritura, ‘mi casa será casa de Oración’...”.
Del mismo modo, nuestra Doctrina se impregnó de mercaderes que terminaron argumentando actos y acciones políticas que corresponden a otras ideologías extrañas a nuestras tierras, a nuestra idiosincrasia, a nuestra argentinidad...al peronismo.
Antes fue John W. cuba libre Cook que interpreta a Perón para una voluble izquierda peronista que (junto a Hernández Arregui, Abelardo Ramos, Rodolfo Walsh y otros), será el brebaje de Montoneros, la ‘Tendencia’ expulsada en Plaza de Mayo. Luego, Jorge Castro y Claudio Chávez los intérpretes liberales de Perón y el menemismo. Y ahora, la apostasía de Horacio lo sé todo Verbitsky, Luis la banda sigue tocando Duhalde y Miguel bolazo Bonasso, con sus particulares visiones de expulsados del paraíso, los de estos bolcheviques bucaneros.
Por otro lado, tenemos al ‘dublés’ Juan J. Sebrelli, León Rozitchner y al ‘rojo’ Luis A. Romero, Tulio mendaz Halperín Donghi - entre los historiadores -, Gino Germani y Juan C. Torres -entre la excentricidad de la Sociología- quienes definen a Perón como hijo del fascismo italiano; a Torcuato cafetín de Bs.As. Di Tella, sosteniendo que es un populista de izquierda; o, un oportunista demagógico en Alejandro alma en pena Horowicz y Hugo te odio te odio Gambini, etc. etc. Así queda conformado el sustrato ideológico del nuevo “gorilaje” al que nos enfrentamos; antes eran los conservadores, la curia y los oligarcas, ahora provienen de una ‘siniestra’ que se conceptualiza como ‘progresista’ o de ‘nueva política’. Sin borrar de la memoria a Felipe robacuentos Piglia, ni a Juan Pablo Página 12 Feimann o Félix Luna (al que echaremos un manto de piedad).
Igualmente, los socialistas y comunistas (cipayos moscovitas) lo han conceptuado como un movimiento fascista y a Perón como una caricatura de Mussolini. La U.C.R. y la nunciatura metropolitana lo ven como el Régimen, totalitario y demagógico; la derecha liberal y la Intelligentzia universitaria lo identifican como populismo de derecha o de izquierda, incluso como bonapartismo o neo-bismarckismo. Y la tilingorilería intelectual lo denuncia como un ser cínico, locuaz e ilusionista, dominador, con odio a la cultura, rencoroso, de conciencia fría y charlatán, que se dirige en mangas de camisa a un populacho fatídicamente mayoritario e igual de resentidos.
Lo acusaron de vandálico que utilizando la barbarie había quemado templos sagrados, y que el peronismo estaba formado por turbas endemoniadas que había saqueado la Republica. A Perón le presentaban como un monstruo y a Evita como una prostituta trepadora que utilizaba a los pobres para saltear las arcas del país y guardar el botín en Suiza y…Viva el cáncer!
A todo este ‘aluvión zoointelectualizado” debemos sumarle los “mercaderes” que se esconden detrás de los claustros académicos, haciendo a la par su ‘negocio’ ideológico, produciendo y reproduciendo su retrógrada dialéctica materialista que se expande por los ciclos de formación escolar e impiden, a las nuevas generaciones de jóvenes, aprehender y comprender a Perón.
Cuando la realidad peronista emerge, el 17 de octubre, no supieron como definirla: chusma, turba, gentuza, desclasados, bárbaros que no representan a ningún sector de la civilidad porteña. Desconocen todo sobre aquella presencia doliente, de esa existencia profunda, subterránea, perturbadora. Con su hallazgo, los ‘contreras’ no aceptan alternativas, no quieren tener ninguna proximidad con ella, la repudian y la excluyen calificándola vorazmente. No qieren un nuevo jugador en la toma de decisiones de su Argentina. Intentarán silenciar eso diferente, ocultándolo o desfigurándolo.
Lo más deplorable que le puede pasar a un país es que haya muchos hombres que clamen justicia y no la obtengan. Cuando esa justicia es clamada por los humildes la perspectiva es más triste todavía, porque ellos son los que necesitan más de ella. Por eso es que la Justicia Social es la justicia más indispensable sobre la tierra. El más poderoso de los argentinos tendrá que aprender a sentir la tristeza de comprobar que el más humilde sufre”.
Los gobiernos anteriores a Perón se habían mantenido alejados de las necesidades de la clase trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber, adoptando una actitud indiferente y suicida, mientras el incumplimiento de los deberes patronales, libres de la tutela estatal, sometía a los trabajadores a su conveniencia, provocando rebeldías que amenazaban disputar el poder del Estado. La burguesía terrateniente, en lugar de discernir que el axioma marxista de la lucha de clases caía vencido por el más humano y valiente de la colaboración de clases -proclamado por Perón- les permitiría equilibrar las relaciones entre el capital y el trabajo con el amparo del Estado, pero se resistieron a todo llamado a la comprensión que “…al precio de algunos puntos menos en sus altos dividendos, permitiría expandir por todos los ámbitos de la Patria un poco más de justicia social que nuestro pueblo manso y sufrido venía reclamando humildemente, sin dejarse tentar por los ejemplos de otras tierras donde el mismo fruto, en lugar de esperarse, se arrebata...y a que precio!”
La Revolución Social llevada a cabo por Perón no solo tenía como destino a la Argentina, este era el comienzo, se expandiría como un soplo fresco y vivificante por todo el continente, asiendo crujir los cimientos de los países hermanos ante la proximidad de un nuevo concepto: JUSTICIA SOCIAL.
Por eso la simple mención de su nombre nos conduce a las entrañas mismas de la historia argentina contemporánea. ¿Pero, cuál es la historia íntima de este hombre que quería ser ingeniero o médico y que fuera tres veces presidente de la Argentina?
A lo largo del S.XX, influyó más que ninguna otra personalidad política sobre la conciencia de los desposeídos. Miles de veces multiplicó los panes y los peces para saciar el ancestral hambre y sed de justicia de sus descamisados. Permitió descubrir la conciencia social de los trabajadores argentinos, y al país integrarse a sí mismo y fue su aporte más importante el de producir una de las mayores revoluciones sociales incruentas en la historia contemporánea americana.
El pertenecía al porvenir, a esa raza antigua de conquistadores que, como un Alejandro Magno moderno, intentaría unir a Hispanoamérica en torno a una fe, a un sueño, a una esperanza: un capitalismo organizado con justicia social. Quiso decirle a todo un pueblo ‘déjenme corregir todo lo que está mal por ustedes’ y los cargó a todos a sus espaldas -pero creo que nadie lo entendió-.
En síntesis, cuando las generaciones futuras busquen en las fuentes para enterarse qué significó en el contexto social de nuestra argentinidad el advenimiento de una personalidad tan controvertida, antes de encuadrarlo dentro de los cánones europeístas de las Ciencias políticas, deberán estudiarlo desde el contexto humano de su personalidad: ahí encontraran al verdadero Perón... Y este blog su contribución!

EL CORONEL DEL PUEBLO.


YO JUAN PERON, "sabes, Juan Domingo no fue muy diferente a vos"