sábado, marzo 07, 2009

De la pampa a los Alpes.

La crisis política que atraviesa Europa de pre-guerra la vive Perón intensamente en los mismos escenarios del viejo continente, e influirá decisivamente en su pensamiento. Partió en febrero de 1939, y entre julio de ese año y mayo de 1940 sirvió en unidades alpinas del ejército italiano. De ahí contrajo su incurable soriasis, en Cortina d’Ampeso, por efectos de la nieva que le quemó la cara cuando esquiaba en los Alpes, (por eso las venitas rojizas en su cara). Los informes de sus instructores hablan de sus magníficas aptitudes como alpinista. Durante este tiempo Perón trata de ser destinado a Roma, pero el Servizio di Informazioni Militare sospecha que quería dedicarse al espionaje. Se sostiene que Perón lleva la misión secreta de estudiar sobre el terreno el impacto del conflicto bélico europeo y sus posibles consecuencias para la Argentina en la eventual posguerra. Descartadas las dudas, desde junio del ’40 a diciembre, fue asistente del agregado militar en la embajada argentina en Roma. Viajó a Budapest, Berlín, Albania y la frontera ruso-alemana, e ingresó brevemente en la URSS, cuando todavía regía el pacto entre la Unión Soviética y Alemania. También viajó a Francia tras la ocupación alemana. En Roma escuchó a Mussolini en Piazza Venecia, cuando Italia entró en la guerra como aliada de Alemania.
Perón estaba viviendo un hecho inédito: la experiencia fascista, con la que no comulga plenamente, y obtuvo una visión del mundo en guerra y la seguridad de que los aliados vencerían.
Dirá Perón: “Es posible afirmar que una sola persona puede dominar la psicología de todo un pueblo? Me niego a reconocerlo porque ello significaría admitir que la conciencia popular no existe. En cambio, estoy convencido de que un dirigente es sólo un emergente de la sociedad, no cualquier emergente, porque para serlo hay que poseer dotes innatas; pero estoy seguro de que el carácter de jefe lo lleva a que se transforme en un gran ordenador, un hacedor de las necesidades populares, la persona justa en el justo momento, no un incapaz, porque ese no trasciende. Es el emergente capaz, pero emergente al fin, de un pueblo que quizá no lo elige, pero que seguro lo estaba esperando…”.
Entretanto, mantiene contacto permanente con los oficiales considerados “molestos” que estaban destacados en Europa. Con algunos de ellos, como Enrique P. González, ‘gonzalito’, comenta los sucesos políticos argentinos. De esa forma llegaban a conclusiones fundamentales como que sólo por el camino de la independencia económica podría un país afianzar su soberanía. La autodeterminación, sin apelar a ninguna receta extranjera, sería para la Argentina el método más eficaz. Para la misma época se carteaba con Farrell y a él le hacía extensivo su pensamiento y preocupación por la imagen que daba en el exterior la democracia fraudulenta de nuestro país.
El telegrama llegó a la embajada de improviso: el teniente general Perón debe regresar a la Argentina. La experiencia europea llega a su fin. El barco que lo va a traer de vuelta a Bs. As. sale del puerto de Lisboa. Hasta Portugal fue por carretera, tuvo que atravesar España y vio cómo había quedado ese país luego de la guerra civil. En ese momento comprendió que la guerra entre compatriotas fatalmente arrojaba resultados negativos para uno y otro bando.
La experiencia italiana fue muy significativa. Lo expuso por primera vez a la cultura de un escenario más vasto que difería considerablemente de su habitual medio local, dándole una comprensión más profunda de los asuntos internacionales y de las variaciones que existían entre los hombres y las instituciones. Y, fue una oportunidad para ganarse la admiración de sus colegas y subordinados: había visto el mudo! Ahora podía referirse con familiaridad de los hombres y de los acontecimientos que apenas se conocían en los círculos políticos de Argentina.
Tal vez, lo que más lo impresionó fue la sensación de estar en medio de grandes movimientos y cambios: “estudié mucho el fenómeno social y político. Allí había un gran crisol, donde se estaba fundiendo algo nuevoEn el continente americano y, sobre todo en Norteamérica, había mucha gente superficial que iba a Alemania, tomaba notas, sacaba fotografías y luego, al regresar a su país, exclamaba ‘uf, el fascismo y el nacionalsocialismo son sistemas tiránicos’, y con esto se conformaban, sin penetrar en lo que allí había de fenómeno social, en lo que allí se estaba incubando”. Esta fue una observación que luego inspiraría y reforzaría el mito de la coloración pro-Eje, con respecto a la guerra y a su relación con la Argentina.

1 comentario:

moo dijo...

bien ahi cumpa, muy bueno. estamos en contacto, sos todo un biografo loco!!!