viernes, marzo 06, 2009

De escritor, estratega a profesor. Gendarmeria Nacional.

En 1921 el gobierno de Yrigoyen envía tropas a la Patagonia para sofocar una huelga de los trabajadores de la zafra lanera; este hecho es conocido como la Patagonia Trágica. “Los sucesos de Santa Cruz son claro ejemplo de la inoperancia del gobierno del Sr. Yrigoyen, que durante los cinco años pasados desde la iniciación de su período, no ha conseguido garantizar a los pobladores de algunos territorios los derechos más elementales” (La Prensa, 1 de nov.).
Perón escribe y publica “Ejercicios Corporales” (1923); “Higiene Militar” (1924); “Moral Militar” (1925) y en 1926 ingresa en la Escuela Superior de Guerra. En 1928 “El Frente Oriental de la Guerra Mundial de 1914. Estudios Estratégicos”; en ese año muere su padre y en 1929 se casa con Aurelia Tizón y recibe su diploma de Oficial de Estado Mayor.
Para comienzos de 1930 se está gestando un golpe de Estado contra el gobierno constitucional. La insensibilidad popular con respecto a la suerte del gobierno evidencia un corte entre la dirigencia y su base, pero también el ejército estaba dividido. Los Grales. Uriburu y Justo eran los jefes naturales de los dos grupos. El primero se autoproclama nacionalista, rechaza el absorbente personalismo yrigoyenista y aspiran a un dictador patricio. El segundo, quiere otorgarle a su sector un sentido más legalista, apoyándose en los sectores antipersonalistas, pretende tomar el gobierno por las armas, y luego retornar a la constitución y la normalidad. Perón apoya a este último sector.
El 6 de septiembre es derrocado Irigoyen. Eran civiles y militares que no supieron ejercer sus derechos ciudadanos en democracia y por ello se confabularon a lo largo de la historia con la fuerza de las bayonetas. Eran las minorías atados a intereses foráneos que maniobraban paralelamente, siempre enfrentados con los nacionales, protegidos desde los cuarteles para hacerse del poder. Era la pequeña burguesía prebendaria afín con esa antigua burguesía terrateniente, que buscaba enriquecerse con sus enormes extensiones de tierra. El nuevo gobierno de facto, que posee una fuerza operativa enorme en su aparato militar y financiero, pero que también es presa de la más cerrada improvisación y su falta de planificación no responde a la demanda de un pueblo que forzosamente tiene necesidades sociales sin resolver. El papel de las FF.AA., siempre con un lugar preponderante en el esquema de poder, se hallan faltos de planes y proyectos para incluir a los millares de marginados que pululaban indiferentes alrededor de un estado conservador, enriquecido, pero indiferente. El dinero proveniente del puerto y del campo se distribuye mal, no estaba contemplada la distribución de esa riqueza y no se alcanzaba a resolver situaciones esenciales de carencia que asolaban a la nación.
En esas aciagas horas de nuestra historia, le encomiendan la orden, a Perón, de patrullar las calles para evitar daños mayores: “No queremos que el populacho destroce nuestra ciudad” declara su superior. Al día siguiente, lo designan secretario privado del nuevo ministro de Guerra. Su esposa, Potota, le recrimina haber aceptado tal designación, no soporta lo que habían hecho con el gobierno radical. Por fortuna para la pareja, en octubre Uriburu firma el decreto que separa a Perón de ese cargo y lo designan profesor suplente en la Escuela Superior de Guerra e inmediatamente es comisionado para integrar una misión en la frontera norte del país. Es un castigo por decidir mal.
Estando en La Quiaca, Jujuy, contrae una afección pulmonar, la mala alimentación, la puna, la fatiga, la falta de previsión adecuada y la desidia de su superior que los abandona parecen confabularse contra ellos. “Menos mal que teníamos un organismo a toda prueba porque de lo contrario no estaríamos contando el cuento…se hubieran salido con la suya quienes desde Bs.As. querían desembarazarse de gente como Descalzo, Sarobe y quien les habla, por considerarnos demasiado críticos del proceso septembrino”.
Al año siguiente, ya en Bs.As., lo nombran profesor titular de Historia Militar en dicha Escuela. “La experiencia en la cátedra me condujo a delinear un sistema de enseñanza propio, basado fundamentalmente en el pragmatismo didáctico, yendo de lo particular a lo general y de lo concreto a lo abstracto...Esta experiencia edificó en mí la base fundamental de lo que sería en mi futura estrategia de adoctrinamiento político, basado fundamentalmente en el cuidado por partir de lo concreto y tangible para que el oyente pudiese ir elaborando por sí mismo las ideas, incorporándolas a sus conocimientos previos sin saltos bruscos, sin rupturas que pudieses oscurecer la concepción total, pero, a su vez, sin que implicase un quietismo intelectual sino que fuese una propuesta de consolidación de la cultura nacional enriquecida mediante aportes permanentes. En la labor docente descubrí que esta función está verdaderamente justificada cuando, y sólo cuando, la inclusión de nuevos temas están relacionados directamente con ejes intelectuales que se vinculan con datos culturales de sólida raíz sociológica, porque no hay problema más grave que el del hombre. El proceso histórico de estos últimos años viene demostrando al mundo entero que mientras la humanidad siga aferrada a la búsqueda de solución de problemas que no inciden directamente sobre el hombre, no llegará jamás a ninguna solución integral. La cual y sin ninguna duda, tendrá que buscar en el campo económico social y por el ancho camino de la cultura”.
Sus clases eran magistrales. Perón poseía ese extraño encanto de atrapar con su narrativa porque ponía una pasión encantadora en su voz intensa y profunda al transmitir los hechos y estos, tomaban vida en el brillo de sus ojos y en los movimientos de sus manos. Era cuestión de tocar un tema y dejarse llevar por la cantidad de conocimiento e información que poseía este joven oficial. Algunas veces era tan didáctico que tenía la habilidad de insertar a uno en su relato y hacerlo sentir un verdadero protagonista de los hechos. Había en torno a su personalidad una calidez humana que envolvía, y que hacia que todo el curso fuese una gran familia, y en ella no faltaron las emociones, las alegrías y las grandes tristezas. En él había una gran sed de aprendizaje y conocimiento. Apasionado en la lectura, deseaba cultivarse tratando de superar sus limitaciones.
En 1931 es promovido a Mayor y designado ayudante del jefe de Estado Mayor. En 1932 publica “Apuntes de Historia Militar. Parte Teórica”. Pasa a desempeñar el cargo de ayudante de campo del Ministro de Guerra. Para esa época, realiza una de sus primeras y mayores aventuras de su juventud, sucedió cuando recorre casi todo el sur del país en compañía de Pedro y Félix San Martín, Sanguinetti, de Fasola Castaño, se internaron en los contrafuertes cordilleranos por la región de los lagos Lacar y Traful, en la zona de Junín de los Andes. Allí quedaron reflejadas imágenes increíbles en su máquina filmadora francesa marca Paté. Con ella logra filmar lugares casi desconocidos por aquellos tiempos de nuestras fronteras y a su regreso preparó un trabajo que tituló: “La Patagonia; pasado, presente y porvenir”, con el cual hizo una presentación en el Ministerio de Guerra a cargo del Gral. Manuel Rodríguez y con la presencia del Ministro del Interior Dr. Leopoldo Melo.
Esta fue una de las primeras veces que se vio una especie de proyección a color en el país, pues Perón había puesto en el proyector tres vidrios de un color distinto y la imagen se veía en pantalla a tres colores. Además, dicho informe constituyó el primer paso para la creación de una fuerza de vigilancia de fronteras o mejor dicho, fue su informe lo que posibilitó posteriormente la creación de la Gendarmería Nacional.En 1933 da a luz “Apuntes de Historia Militar y Guerra ruso-japonesa” y en 1935 “Toponimia Araucana”, donde presentó un trabajo pionero de interpretación de las lenguas indígenas acompañando de los caciques Manuel Llauquín y Pedro Curruhinca.

El Capitán conciliador en los conflictos sociales. No a la represión!

En 1917, con 24 años de edad, es enviado a reprimir un conflicto gremial en la Forestal, establecimiento inglés en Villa Guillermina, Santa Fe. Sin embargo, Perón muestra una actitud conciliadora hacia los obreros, destrabando el conflicto sin reprimir. Este joven oficial exhibe una conducta que se diferencia del proceder tradicional del ejército. Las mediaciones en rebeliones obreras, las tareas educativas que el Ejército le encomienda, irán conformando un perfil que lo ubica entre los intelectuales de las FF.AA.
Esta parte fue su primera experiencia con los conflictos sociales, con el interior del país y con los estratos inferiores de la población; experiencia vital que le permitirá estrechar su mirada, junto a otros oficiales - como Domingo Mercante - en todo lo relativo a la “cuestión social”. Esto contrastaba con lo que sucedía con la mayoría de los oficiales “aporteñados” y los “porteños”, cuyas experiencias de juventud estuvieron signadas por sus estadías en las capitales europeas.
Su destino siguiente fue el Arsenal Esteban de Luca, Bs.As. No todo es arduo trabajo en su vida, también hay tiempo para el ocio. Acude al famoso Palais de Glace para ver en persona al dúo más famoso de aquellos tiempos: Carlos Gardel y José Razzano. Cuentan que antes de su actuación, Gardel estaba dialogando en la vereda con un grupo de amigos; abrió los brazos y dio un paso hacia atrás, como manifestando asombro, y pisó al joven teniente sin querer: “perdóname, hermano!”, le dijo y abrazo al joven soldado.
En 1919 le toca participar de la represión en la huelga metalúrgica de los talleres Vassena, suceso conocido como la Semana Trágica.
Ese año, era un año político en toda su dimensión, primero porque comienzan las pseudos organizaciones obreras que teñidas con distintos colores fragmentan los intereses de los trabajadores, mezclando los discursos reivindicativos con posturas ideológicas foráneas; y segundo porque ya existía en el gobierno un partido político nacional y popular que pretendía convalidar sus títulos haciendo suyos los reclamos populares, pero constreñido por las fuerzas retardatarias de la oligarquía. Fueron épocas de ojos bien abiertos”.
Los sucesos de Semana Trágica y las revueltas sucesivas, si bien son identificados con los reclamos de un amplio sector marginado, son partes de los síntomas de una sociedad anómica, donde la abundancia y marginalidad coexisten descaradamente. Donde también la oligarquía sabe que no puede prescindir de ese sector ‘enfermo’ e insolente que con gusto hubiese extirpado. No tienen la capacidad de concebir una ecuación donde los dos sectores coexistan armónicamente.
El conflicto de los talleres Vassena, en Bs.As., repercutió en el interior del país. En el pueblo de San Cristóbal, Santa Fe, los trabajadores se apoderaron de la estación ferroviaria. Estalló el pánico y los comerciantes cerraron las puertas de los negocios. El ejército obró con violencia desalojando por la fuerza a los obreros. Su actitud represiva obtuvo como resultado una violencia mayor. Obreros y tropa se convirtieron en enemigos de una guerra incompresible.
Los mandos superiores del ejército descubren que allí obraba con manifiesta animosidad el oficial a cargo del operativo contra los trabajadores, y deciden su relevo designando a Perón en su lugar. Su proceder fue similar a lo actuado en Villa Guillermina, en 1917.
Por donde quiera que mirara campos y ciudades eran habitadas por obreros y sus familias, pero morando junto a ellos la injusticia social, el hambre y el sufrimiento. Sólo yo lo advertía? No había ningún argentino capaz de suprimir tanto mal en nuestra tierra?...Cuando los obreros se declararon en huelga reclamando mejores salarios, sucedió la Semana Trágica. En ese entonces se los acusó de comunistas, de ócratas, se dijo que eran rusos. Me inclino a pensar que eran solamente pobres argentinos azotados por las miserias fisiológicas y sociales. La reacción violenta del pueblo hambreado no mide consecuencias. El rival circunstancial se transforma invariablemente en enemigo consuetudinario”.
Estas experiencias “sirvió para acercarme aún más a los desposeídos y comprender hasta qué punto nuestro pueblo vivía sumergido en la miseria. Descubrí que era preciso elevar el bajo nivel económico de los trabajadores, que producen y son mayoría, para que sus mujeres e hijos disfruten de la igualdad y del derecho de vivir dignamente”.
Los pensamientos de Perón, acerca de las relaciones laborales y la justicia social, tal como las expresara en su Doctrina, recibirán la influencia de su vivencia en Villa Guillermina y San Cristóbal.

De boxeador, futbolista a dramaturgo. El primer voto.

Estando en Entre Ríos comienzan las primaras maniobras militares del ejército, con el propósito de prepararlos para una eventual participación en la Primera Guerra Mundial en Europa. Quizás, sospechan, fuesen a Italia y allí había diferentes terrenos para operar que en mucho se parecían a las hondonadas entrerrianas.
Su tropa la integran, fundamentalmente, jóvenes de poca cultura, y por tanto sabía que con ellos debía partir de cero. No sólo les enseña el manejo de las armas, también les explica el modo correcto de tomar los cubiertos para comer. Potencia el deporte por sobre todas las cosas, pero no desde la comodidad del sillón. Desafiaba a los más tímidos y les hacía frente a los más osados. Perón es un excelente esgrimista y boxeador. Funda el Boxing Club de Paraná, donde le gana por nocaut a un soldado británico que venía ‘paliceando’ a nuestros soldados que lo enfrentaban. Este era un deporte nuevo, introducido por un juvenil Jorge Newbery que hacia estremecer a la juventud argentina a principios del S.XX. También se quiebra una pierna jugando al fútbol, fue una distracción, no vio al cabo que venía “con la plancha” cuando escapaba con la pelota hacia el arco contrario.
También ve, por primera vez, las miserias fisiológicas y sociales en un país considerado, por propios y extraños, el granero del mundo; más del 30% de los conscriptos eran rechazados por “debilidad constitucional”. Indudablemente, esta realidad provoca un fuerte impacto emocional que lo marcará, definitivamente, para el resto de su vida. “Comencé en esa época a concebir el patriotismo no como el amor a la tierra de nuestros mayores, ni a sus riquezas, ni a sus ciudades o sus pueblos, sino a nuestros hermanos argentinos, que son los que más merecen y necesitan.”
Esa era la Argentina existente. La Argentina subterránea. La misma que, en 1904, describiera en su “Informe Sobre el Estado de la Clase Obrera Argentina” Juan Bialet Masse: “La educación del obrero criollo, para que no precise la ración en sustancia, sin que la familia y él mismo sientan la miseria, está muy lejana; y si se trata de su interés y del de las industrias, es tan necesario ocuparse de este asunto como de la medida de seguridad más importante; y en los establecimientos de campaña, en los que no hay donde proveerse, la ración es inevitable”... “Son rarísimos los patrones que se dan cuenta de que el rendimiento del trabajo es directamente proporcional a la inteligencia, al bienestar y a la alegría, sobre todo del obrero que lo ejecuta, y no al tiempo que dura la jornada, cuando ésta pasa de su límite racional; y mucho menos los que alcanzan a comprender que manteniendo a sus obreros en las miseria, lo mantienen en la tendencia al vicio y al delito, que ellos pagan en último término”.
Con ánimos de romper el aire monótono cargado de normas y reglas rígidas, organiza una improvisada compañía de teatro donde participa toda la tropa. Al principio, se llena de parientes y amigos de los soldados, luego de civiles que confunden sus aplausos con los militares. Las obras puestas es escenas eran escritas por Perón. Son un éxito resonante y el comentario de la región.
Las experiencias concretas de la vida castrense y el contacto con las necesidades angustiosas de amplios sectores de la sociedad, motivado en la inusual participación de la civilidad dentro del regimiento, le permiten la elaboración de una visión dinámica de la sociedad. Por un lado, el manejo indiscriminado y corrupto de la cosa pública; por el otro, la injusticia social y la pésima distribución de la riqueza que originaba los bolsones de pobreza por donde se mirase.
En 1916 emerge, en la política argentina, un nuevo sector social: los nuevos argentinos. Los hijos de inmigrantes que han venido con Avellaneda y que la política oligárquica jamás los había tenido en cuenta. Nadie prestó atención a las voces que se levantan desde el pueblo clamando por los derechos sociales. Perón vota por Yrigoyen, por el radicalismo, quien intentará llevar adelante una política de cuño social que reflejase las necesidades de sus votantes.

En el pais de los toros gordos y de los peones flacos.

Su padre se radica en Chubut (1904) y Juan Domingo es llevado a Bs.As., se traslada a la casa de su abuela Dominga, una mujer muy instruida, para estudiar en el colegio Internacional de Olivos.
Atrás quedaba para siempre aquel muchachito soñador y un tanto ingenuo, hijo de un perdido rincón del sur, de un matrimonio humilde de trabajadores de la tierra que también hacían patria poblando aquella inhóspita y desolada región. Llega a la gran capital, con un puñado de sueños que prometían hacerse realidad ante este nuevo despertar de la esperanza.
Nunca puede uno imaginar qué le tiene reservado el destino y esa incertidumbre que se llama futuro trae aparejadas todas las sorpresas que nadie logra adivinar por más clarividente que sea.
En 1909 ingresa al Colegio Internacional Politécnico. Al año siguiente comienza a ilustrarse en las materias para inscribirse en Medicina; pero su abuela le solicita una beca en el Colegio Militar y rinde el examen de ingreso consiguiendo dicha beca. Engalanando por primera vez el uniforme de cadete del ejército en 1911.
La educación que recibe es propia en su generación, con profesores formados en lo que se llamó Movimiento Humanista europeo, que se originó en los S.XIV y XV y que vino a romper con las tradiciones escolásticas medievales, donde se trata de darle al alumno ese sentido racional partiendo de la ilustración de los clásicos griegos y latinos, es decir, dominar la mayor cantidad de conocimientos para aplicarlos con sentido común en todas las tareas del diario vivir.
Su hermano, Avelino, debió regresar al campo a ‘arrimar el hombro’. La situación económica de sus progenitores hace imposible que pudiera mantener a sus dos hijos estudiando en Bs.As.
Desde niño, Juancito, se jacta de valerse como un hombre, actuando autónomamente frente a los hechos que se presentan, en ese momento su obligación cotidiana y su motivo de preocupación era la escuela. Demuestra ser el hombre de aquella casa, en el cual con el recuerdo de su abuelo no basta. En realidad, se trata de una máscara que oculta una profunda necesidad de afecto, una búsqueda que siempre le fue esquiva. Derivación de la temprana separación de su hogar paterno “como mi abuela era ya viejita, podía yo hacer las veces de jefe de familia. Eso tuvo gran influencia en mi vida, porque comencé a ser independiente, a pensar y a resolver por mí mismo”.
Se gradúa de subteniente en 1913, siguiendo la carrera de Infantería y rechazando la de Caballería, que era reservada a los jóvenes de clase media alta, los hijos de estancieros que saben montar desde chicos. La infantería, en cambio, la eligen los muchachos de clase media baja, por lo general hijos de inmigrantes. La razón que da por aceptar esta última, dice: “siento que esa es mi gente”.
El día de su graduación, su padre le regla tres libros que tuvieron una impronta perdurable en la formación de sus valores, cada uno de ellos llevaba una frase de su progenitor. Uno era el ‘Martín Fierro’, en cuyo interior decía: “Para que nunca olvides que por sobre todas las cosas sos un criollo”. El segundo, ‘Varones Ilustres de Plutarco’, con la siguiente inscripción “Para que siempre te inspires en ellos”. El tercero fue ‘Los Consejos de Lord Chesterfield a su hijo’, y decía “para que aprendas a transitar entre la gente”. Cada uno de estos libros y cada dedicatoria escrita fueron un tributo a los valores honrados por nuestra propia cultura. Lo criollo, lo nuestro, y el sentido de identidad cultural, de pertenencia al suelo; el individualismo enseñado en los ensayos que se basaban en el héroe y no en los procesos históricos impersonales para explicar los hechos históricos; y, un libro sobre pautas de conducta que definen la forma, el comportamiento y la manifestación, resultaron apropiados para el hombre que transformó la realidad de la Argentina profunda.
En la infantería no la paso nada bien, tuvo que soportar los abusos de un régimen que no conocía de los derechos humanos “Nosotros, pobres cadetes novatos, que sufríamos también la iniquidad de los más grandes, a quienes se les permitía torturar física y psicológicamente a los recién llegados a manera de catarsis y como compensación de lo que habían sufrido en años anteriores; no veíamos la hora de que llegase el franco o las vacaciones, y creíamos salir ilesos de tanto abuso, pero el tiempo demostraría que las marcas psicológicas quedan en el subconsciente y cuando emergen a la superficie, es mejor que esa persona no goce de mucho poder porque en ese caso las consecuencias son incalculables para quienes no tienen escapatoria que tolerarlos”. Sin embargo, ante sus fuertes planteos a sus superiores logra revertir muchas de estas prácticas.
En 1914 lo destinan al regimiento 12 de Infantería de Línea, en Paraná (Entre Ríos). Entabla amistad con Carlos Aloé, Richieri, Matienzo, entre otros.
Supuestamente los orígenes de Perón habrían sido fraguados por su abuela paterna, Dominga Dutey, como parte de un rompecabezas armado a conveniencia para blanquear ante las autoridades del Colegio Militar la situación del joven cadete, que había llegado al mundo con un estigma escandaloso para la época e inaceptable para el Ejército: ser hijo ilegítimo.
De todos modos el joven estudiante crece y aprende a conservar su secreto, el origen de su nacimiento y siente que debe percibir y catalogar estas dudas como "paginas oscuras" de su vida que recién comienza. Era la "belle epoque" argentina, la del poder sustentado por los barones de la tierra; de las estancias que se median por leguas, de la bien llamada oligarquía vacuna. Era el "país de los toros gordos y de los peones flacos", donde Juan Domingo se ha criado "de a caballo" entre los desposeídos, los indios, los mestizos y el gauchaje, meros partícipes de la injusticia de una sociedad injusta, regida entonces por la Ley de “Vagos y Malentretenidos.” Donde las simplezas como trabajar, luchar para vivir dignamente, ir a la escuela, construir la casita propia, tener asistencia médica, comer todos los días…eran utopías que buscan hacerse realidad.
Cuando Perón comienza a empinarse en los ámbitos de poder comprende que aquella historia montada por su abuela deberá ser preservada. De lo contrario, sus enemigos no descansarían hasta verlo juzgado por un tribunal militar de honor. Con el fin de sostener la historia de Lobos, se empezarán a encadenar una serie de hechos: se elige como casa de Perón la vivienda de los Moore, donde Juana Sosa, Juancito y Avelino habían estado durante 1895. A continuación el gobierno provincial expropia la casa y se "arma" un testimonio con fecha 29 de agosto de 1953, donde tres vecinos lobenses frente a un escribano público aseguran que Juana Sosa había manifestado que en esa vivienda de Lobos había nacido Juan Domingo. Pero Juana Sosa ya no estaba para confirmar o desmentir esa versión porque había fallecido tres meses antes. En octubre de 1953 por decreto se declara monumento histórico la casa "natal" de Lobos. De lo que estamos seguros es que su experiencia de vida no fueron lecciones aprendidas de un libro o de un narrador circunstancial. Fueron si, vivencias genuinas que fueron moldeando el carácter y el alma de un niño a quien el Destino, más tarde, le reservaba el pasaje a una dimensión impensada por él.

El frio patagonico y la calidez familiar.

La vida en la nueva granja, dedicada a la cría de ovejas, fue una lucha constante contra el medio inhóspito, el temible frío del invierno, los espectrales vientos que no cesaban de soplar. Pero, el mito de la Patagonia cruel y desolada se desvanece ante un espíritu perseverante y luchador. Juan Domingo lo sintió en carne propia: estuvo a punto de perder dos dedos de sus pies por congelamiento. Sin embargo, pese al clima violento y a la vasta soledad, supo ser feliz en esas tierras. Doña Juana se adapta a los avatares de esta nueva vida, monta a caballo como los hombres, cura a los enfermos con remedios caseros, ejerce de comadrona, participa junto a su marido y a sus hijos, cuando salían a caballo, a cazar guanacos y ñandúes. También debe consolar a sus hijos con toda su capacidad de madre. Ellos reciben educación de un maestro, controlado de cerca por el mismo Mario Tomás, cuya pequeña biblioteca constituyó el primer contacto de Juan Domingo con el mundo de la literatura.
De tanto en tanto, sus progenitores salían en sulky con abundante provisiones de ropas, que repartían entre los más humildes. Su padre decía que uno se recibe de argentino recién cuando funda un pueblo o cuando por lo menos, ve crecer la semilla en el campo, mediante su propio esfuerzo. “Todo lo que demos a los humildes es poco, decía, en realidad lo estamos devolviendo. Los olvidados de Dios, como dice la expresión popular, pero que sabemos que no son otra cosa que el fruto de la desidia y la incompetencia secular de los gobiernos”.
Sin embargo, la contribución más importante de su padre hacia el futuro presidente fue a través del ejemplo moral. Cuenta una anécdota que una vez un indio indigente se dirige en busca de ayuda. Mario Tomás lo recibe con gran cortesía, le habla en su propio dialecto y le ofrece un par de cabras y un lugar en el campo para construirse una pequeña vivienda, Juan Domingo le pregunta por qué tenía tanta consideración con ese indio Tehuelche, a lo que su padre respondió: “¿No has visto la dignidad de este hombre? Es la única herencia que ha recibido de sus padres. Nosotros los llamamos ahora indios ladrones y nos olvidamos que somos nosotros quienes les hemos robado todo a ellos”. Cierta noche, recuerda Perón, antes de ir a dormir, mirando por la ventana el campo inmenso, interminable, sumergido en el mas profundo silencio, la voz de su padre corta el hermetismo de las sombras: “Saben por qué en el campo la soledad es más grande que el horizonte? Porque el Gral. Roca asesinó a los únicos seres humanos de esta llanura. Tanto es así, que entregaron la vida luchando por su tierra. Los indios Pampas, los Tehuelches, los Pehuenches, fueron masacrados en nombre de la ‘civilización’. Ahora sus hijos son parias del destino. Roca les robó la tierra y la repartió entre sus lugartenientes. Algunos se quedaron con ella, pero la mayoría la vendió a los acaudalados porteños. Así nació la oligarquía terrateniente, que sumergió al descendiente del aborigen aún más con el transcurso del tiempo y que limitó posteriormente, el acceso político de la inmigración europea, a la propiedad de la tierra. Ese es el origen de la pobreza de la gente. Los pobres de hoy son tratados como extraños, en la tierra que fue de sus antepasados”.
Es común ver a Mario Tomás charlar con los paisanos, como uno más entre ellos. Muchos peones se quedaban a vivir en sus tierras y Juan Domingo los trata con mucha naturalidad, como si fuesen sus tíos. Nunca se los consideró peones en el sentido peyorativo que muchas veces se le da a esa palabra. Fue comisario y Juez de Paz, labriego y hacendado, padre, amigo y confesor y no sólo de sus hijos. Su casa era hogar familiar tanto como oficina pública o improvisado oratorio, y todo debido a las múltiples actividades que desarrolla y que sólo le reporta, como beneficio, un profundo prestigio entre los pobladores. Con un gracias! y un apretón de manos se sentía bien pagado.

El nacimiento en Roque Pérez el 7 de octubre de 1893.

Mario Perón renuncia a su cargo de Juez de Paz en Lobos y consigue el traslado a Roque Pérez, donde ejerce entre 1892 y 1898. A principios de 1892 compra unos terrenos que escritura en 1893 a nombre de su compañera Juana.
Durante ese fin de siglo avasallador, se lotea unas tierras de la sucesión de Félix Gutiérrez cerca de la estación de Roque Pérez. Compraron varios terrenos (seis en bloque a nombre de Juana; una esquina a nombre de él) y construyeron una casa, modesta y casi rural, una de las primeras que surgieron cercanas a la estación que aglutinó a los pobladores pioneros, en pleno campo del cuartel sexto de Saladillo, a diez cuadras de la estación Roque Pérez del ferrocarril. Perón siguió viajando regularmente a Lobos hasta 1895 a pedido de Del Mármol (Intendente de Lobos), y mientras tanto Juana criaba ovejas en Roque Pérez, en campos de los Sagastizabal y de los Atucha.
De la unión de ambos nació el primer hijo, Avelino Mario, el 30 de noviembre de 1891. Puesto que Mario Perón era funcionario, no estaba casado y provenía además de una familia distinguida tuvo temor de reconocer legalmente a su hijo, fruto de un vientre indio. Entonces por medio de un amigo hizo anotar al niño con el apellido Sosa. Este fue un muchacho retraído y de opacas ambiciones, que luego se casará con Eufemia Jauregui y tendrán nueve hijos: Dora Alicia, Eufemia Mercedes, María Juana, Mario Alberto, Olinda Argentina, Lía Vicenta, Amalia Josefa, Antonio Avelino y Tomás.
El 7 de octubre de 1893 nace Juan Domingo. Como en Roque Pérez no había registro civil (y tampoco Iglesia) es anotado en el registro civil de Lobos, como hijo natural, con el nombre de Juan y con el apellido de la madre: Sosa.
Dominga Dutey, abuela paterna de los chicos, está furiosa. Le dice a su hijo que, si mezcla su apellido con el de una aborigen, es capaz de quitarle su apoyo y unas cuantas cosas más. La opinión de Dominga pesa. Mario llama a su hijo Juan Domingo, en señal de reconocimiento y le ruega a Juana inscribir a sus hijos con el apellido Sosa y pone a nombre de su mujer la titularidad del rancho. Y eso es lo que sucede.
Recién el 11 de agosto de 1894 Mario Perón reconoce como hijo propio a Avelino en el registro civil de Lobos y el 8 de octubre de 1895 hace lo propio con Juan Domingo. Anotado irregularmente en Lobos, es decir dos años y un día después, y finalmente bautizado recién el 14 de Enero de 1898 como Juan Domingo Sosa, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Lobos. Al no estar casados, el padre inscribe a los hijos con su apellido y la madre los bautizaba más tarde con el suyo.
En 1895, cuando se produce el nacimiento del segundo hijo, el pueblo todavía no tiene registro civil y es un punto pequeño dentro del partido de Saladillo. El camino a Saladillo es dificultoso y lleno de peligros. Mario y Juana deciden tomar otra dirección e inscribirlos en el registro civil de Lobos, un trayecto que es casi la mitad de corto -30 km. contra 50-, más prolijo y seguro ya que, por entonces, era el camino más transitado para llegar a Bs.As. La de anotar a sus hijos en Lobos es una costumbre habitual para los vecinos de Roque Pérez, hasta que se abre la Delegación del Registro de las Personas en 1906 y todos los bautismos de los pobladores de la zona debían efectuarse en otras Parroquias hasta la inauguración del primer templo local el día 19 de febrero de 1899.
En Roque Pérez, Avelino y Juan Domingo cabalgan de sol a sol. Criados a lo indio, montando a caballo desde los dos años, corriendo tras su madre cuando iba a esquilmar ovejas. A veces ella viaja a Lobos como nodriza, a amamantar bebés del pueblo. Los vecinos de Roque Pérez suelen ver a Juan Domingo sobre un carrito tirado por su hermano mayor o jugando a piratas con sus espadas de maderas. Desde la infancia se irá forma con las primeras impresiones de las virtudes de la gente de pueblo, del paisano y del hombre a caballo, de su proceder y naturaleza, y cuyos méritos elogiaría toda su vida “...se trataba de gente magnífica; en su infinita humildad cabría una grandeza que no me fue posible encontrar luego en gente más evolucionada”.
En la ciudad de Lobos, Carmen Rodríguez, hija natural del Dr. Eulogio Del Mármol, estaba por dar a luz un hijo del estanciero Juan Moore. El niño nació el 5 de agosto de 1895 y se llamó Ismael. Como su madre no podía darle el pecho, y en esa época no existían sustitutos de la leche materna, Juana Sosa se estableció junto a sus dos hijos (todavía amamantaba a Juancito) en la casa de Carmen Rodríguez para dar el pecho al hijo de Moore y nieto natural de Del Mármol. Estas circunstancias explican que haya vecinos que fueron testigos de la estancia del niño Juancito en Lobos.
Mario Avelino Perón asistió, en el año 1898, a la Escuela nº 11 en la propiedad rural de la familia Atucha sita en el Cuartel 5º del Partido de Saladillo, a pocos kilómetros de Roque Pérez.
En el año 1898 Mario Perón parte sólo a Chubut a administrar una estancia. Deja a sus hijos en Roque Pérez. Pero pronto la estancia cambia de dueños y Mario vuelve al pago. Ya había llegado a oídos de su madre, Dominga Dutey, la noticia de que Mario había formado una familia. Ella presionó para que Mario reconociera a sus dos hijos y después para que se casara finalmente con Juana "...y se ponga en forma con la religion y la sociedad". Eso ocurrió el 20 de septiembre de 1901 en Buenos Aires.
No dura mucho el pequeño Perón en Lobos. En 1899, la familia se traslada a Buenos Aires, al hogar de los abuelos paternos, previo paso por casa de unos parientes en el pueblo de 25 de Mayo, donde cierta tarde, como un Tales de Mileto, resbala y cae al fondo de un pozo ciego al andar distraído, por esa natural curiosidad de observarlo y entenderlo todo, y es rescatado milagrosamente por una tía, que cuando por fin lo sacan, no sin muchas penurias y dificultades, en lugar de llorar por el temor dice al gentío que se allegó, que todo está bien, que no se asustaran. Ningún castigo, ni siquiera una ‘cascada’, “cosas de chicos” dirá su padre.
Ya en la capital, por intermedio de otro pariente lejano que se los sugiere, deciden trabajar las tierras que esa rama de la familia posee en el sur del país, en Trelew, provincia de Chubut. Mario y Juana parten hacia aquella provincia patagónica. Los hijos quedan en casa de la abuela Dominga en Buenos Aires y luego siguen a sus padres.
Con los años, el Gral. Perón le revela a Enrique Pavón Pereyra, su biógrafo: “Yo, como si hubiese jugado al destino en una mágica apuesta, logré conservar hasta hoy el origen de mi nacimiento como un profundo secreto… [En Lobos] hay una casaPero con toda seguridad no vio mi alumbramiento, pues éste había acaecido en Roque Pérez, partido de Saladillo”...“Mi nacimiento fue tomado con más calma que el de mi hermano Mario. Tanto fue así que mi padre decidió anotarme dos años más tarde. Un día más o menos, un año más o menos, ¡qué importancia podía tener! Ni mi propio padre le dio trascendencia y ante la pregunta del secretario del registro civil de Lobos: ‘¿Cuándo nació el niño?’, no dudó en responder que había sido en la víspera. Y así fue anotado mi nacimiento aquel 8 de octubre de 1895, como acontecido el día anterior. Pero en realidad yo ya tenía dos años para esa fecha. Mi nacimiento fue verdaderamente un 7 de octubre pero de 1893... Así constaba en las páginas del registro parroquial que lamentablemente una gran mancha de tinta derramada "casualmente" sobre el renglón que daría crédito a mis palabras, se ha encargado de silenciar para siempre. Se afirma que fue el pueblo de Lobos quien me vio nacer. Allí hay una casa, la de mis primeros años, donde gatee, donde comencé a dar mis primeros pasos, paro que con toda seguridad no vio mi alumbramiento, pues este había acaecido en Roque Pérez, partido de Saladillo."…"... mi origen se transformará en una constante a través de mi vida; será por eso quizá que la fecha de mi nacimiento quedó velada durante tantos años. ¿No habrá sido quizá una maniobra inconsciente de mi parte para ocultar un sentimiento de ilegalidad que me negaba a reconocer?" "no tenía padre, y la ley argentina prohibía investigar la paternidad del recién nacido. Pero sí se castigaba el adulterio y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo eximía de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. ¿Eso era justo? Nosotros hicimos una ley que daba al hijo natural los mismos derechos que el hijo legítimo"
…“Cuántas grandes mujeres quedaron al margen de los hechos sociales, ignoradas por su propia comunidad, observadas con espanto; cuando en realidad su único pecado fue el coraje de haber sido madres solteras? Esas mujeres quedaban solas para enfrentar la vida. Ese hijo no tenía padre, y la ley argentina prohibía hasta investigar la paternidad del recién nacido. Pero sí se castigaba el adulterio y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo eximía de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. Eso era justo? esta situación de desprotección sucederá, mientras las mujeres no intervengan más asiduamente en el espíritu de la legislación; hasta que llegue ese momento, las leyes estarán siempre hechas por adúlteros!, que ignoran que no hay hijos ilegítimos sino padres ilegítimos”.

Cuando Mario conoció a Juana. La calavera de Juan Moreira

En una tarde de abrasadora primavera de un 9 de noviembre de 1867, nace en un barrio silencioso de Bs. As. Mario Tomás Perón, es el mayor de tres hermanos y el que acompaña a su padre, Tomás Liberato, en sus visitas médicas en carácter de enfermero. Es rubio y de ojos azules. Lo llaman “el gringo”. Le gustan los libros y la naturaleza y, con el tiempo, empieza a detestar la medicina. Sin embargo, por mandato de su padre, debe seguir la carrera en la Universidad de Bs. As. Algunos dicen que es a causa de una enfermedad pulmonar, otros porque no soporta más vivir en la porteña ciudad y otros afirman que, lisa y llanamente, Mario es un inconstante. Lo cierto es que un día abandona la carrera, hace las valijas y se lanza a experimentar la vida de campo.
En lugar de darle un azote por no dedicarse a fondo a su carrera, Tomás Liberato le da una mano: le escribe una carta al Dr. Eulogio del Mármol, compañero de promoción y socio en la compra de un campo llamado “La Estanzuela” en 1886, para que le dé alojamiento a su hijo y lo ayude en lo que pueda. Del Mármol es una figura singular en Lobos. Participó en la autopsia del gaucho Juan Moreira, un matón justiciero que se convertiría en mito popular (la calavera de Moreira estuvo en poder de Mario Tomás por espacio de varios años, le fue obsequiado por del Mármol, hasta que resolvió cederla al Museo de Lujan para evitar que su hijo siguiera asustando a la gente; le faltaban algunos dientes que Juancito quebró cierta vez que cayó abrazando la calavera, mientras asustaba a Gabriela, una vieja sirvienta de Dominga Dutey). Fue juez de Paz, un héroe en las luchas contra la epidemia de cólera y está a punto de ser electo intendente. Del Mármol recibe al joven Perón como a un miembro de la familia. Le entrega unas tierras en las afueras de la ciudad. Mario siembra alfalfa y maíz. Se asocia con Del Mármol y comparten ganancias por la cría de ganado.
Mario tiene 22 años y es un gran emprendedor: con más de tres mil cabezas de ganado sortea el cerco de los acopiadores que compran todo por monedas, vende directamente a los estancieros, y surte de alfalfa a un grupo de empresarios que tienen tranvías tirados por caballos. A los pocos años, gana protagonismo, ejerce como Juez de Paz y sale de testigo en ventas de campos y es un codiciado padrino de bautismos.
En 1874, aparece Juan Irineo Sosa que se emplea, junto a su mujer y cinco hijos -entre ellos Juana Sosa-, como puestero en una pequeña estancia de Lobos; la estancia del socio de Perón. Allí, en casa de Del Mármol, Juana y Mario, que le lleva ocho años, cruzan miradas por primera vez.
Juana, es una jovencita de 15 años de sangre indígena semianalfabeta perteneciente a una antigua familia que provenía de la localidad de Azul. Es hija de Mercedes Toledo y Gauna, una tehuelche o aoniken, que nadie sabía por cuenta y cargo de qué ‘huinca’ (blanco) y de qué malón es su raíz. Ella apareció en el fortín de Lobos. Y su padre, Juan Ireneo, era al parecer de estirpe quechua, nacido en los pagos de Guasayán, en Santiago del Estero, cerca del límite con Catamarca y vino de cuidador a una estancia cercana a Lobos, trabajando después como albañil.
Alcanzaron cierta notoriedad en el lugar al brindar hospitalidad a Juan Moreira. La zona de Lobos fue escenario de las postreras hazañas de este último gaucho alzado, célebre por la resistencia que le ofrecía a las partidas policiales y por su valor indómito; valor que la pluma de Eduardo Gutiérrez habría de convertir en legendario. Los abuelos maternos de Perón, alcanzaron a conocerlo y le brindaron amparo.
Allí vivía Juana, sobrellevando una situación común a familias de su clase, realizando actividades variadas. Cuentan que vendía pasteles y huevos, destacándose por su forma decidida de montar a caballo y recorrer los lugares distantes, haciendo su propia clientela. En esa etapa conoce al joven Perón, y que por autorización de Del Mármol comenzará a hacerse cargo de las labores domésticas en la casa de su futuro compañero.
En los umbrales de 1889 Mario Tomás dejó súbitamente las tareas rurales y algunos amoríos para reencontrarse con su familia -entonces en Ramos Mejía-, urgido por la muerte de su padre, pero pasado el duelo y otra vez en la zona de Saladillo y Lobos, decide vivir unido a Juana hasta su muerte en 1928. Juana volverá a casarse con un empleado rural llamado Marcelino Canosa Pozal.

De Córcega a las pampas y el gran médico.

En 1827 llega a Bs.As. un joven con pasaporte extendido por el Reino de Cerdeña, llamado Tomás Marius Perrón (de origen sardo-francés, luego cambiado a Perón). Eran horas bravas de una historia que recién comenzaba a escribirse en la Argentina, había concluido la lucha por la Independencia y era el tiempo de la organización nacional, nadie imaginaba su duración y tampoco que se estaba gestando el inicio de desencuentros que llegaría hasta nuestros días. Un tiempo donde quedarán un sinnúmero de argentinos muertos en un camino que recién comenzaba a transitarse. Privilegio de tristezas acaso no deseados, dolor nunca esperado y agonía innecesaria, pagada como precio a los sentimientos de justicia, tierra y libertad.
Tomás Mario fue un romántico empedernido sin saberlo, un soñador que no sabía de sueños, un audaz que desconocía de su arrojo, un muchacho lleno de inquietudes, como tantos otros que venían a la América. En una tarde del verano porteño conoce a Ana Hughes McKenzie, hija de un carpintero londinense y madre escocesa, llegados en 1825. Se casan el 12 de septiembre de 1833 y continúan viviendo en la desorganizada ciudad trabajando al frente de una tienda, consiguiendo ser dueños de varias zapaterías e importadores de botines italianos.
Tienen siete hijos, entre ellos está Tomás Liberato Perón, uno de los médicos más insignes de la Argentina de aquella época, quien participa en la batalla de Pavón y Cepeda, senador porteño por el mitrismo y presidente del Consejo Nacional de Higiene, distinguido profesor de química y medicina clínica, reconocido por su inteligencia, su notable sensibilidad y por la nobleza de su carácter. Tuvo una destacada actuación como Practicante Mayor del ejército en la Guerra del Paraguay, así lo refleja uno de sus mas insignes alumnos, Ignacio Pirovano, en carta a Eduardo Wilde -luego de una batalla- donde exalta la figura de Tomás Liberato con los heridos. Se casó en 1865 con Dominga Dutey de Martirena, una viuda nativa de Paysandú (de sangre vasco-francés, cuyos padres habían llegado de Savoy, al sudeste de Francia), con quien tiene tres hijos, Mario Tomás, agropecuario, Tomás Hilario, droguero; y Alberto Carlos, militar. Además, Dominga tenía dos hijas de su primer matrimonio: Baldomera y Vicenta Martirena.
Fue amigo, entre tantos otros, de Leandro Alem, de Eugenio Cambaceres, Pedro Goyena, Carlos Pellegrini y de Federico Tobal. El hijo de este último, Gastón Federico Tobal, en su libro “De un Cercano Pasado” incluye, entre otras semblanzas, la de este médico amigo de su padre. Tobal padre, incluso, escribió la nota necrológica de Tomas Liberato Perón aparecida en La Nación del 7 de febrero de 1889, seis días después del fallecimiento. Fue también tiernamente evocado en las “Memorias” de Ezequiel Ramos Mejía, su alumno e insuperado ministro de obras públicas. Como médico curó casi milagrosamente al niño Luis de Elizalde, hijo de Rufino de Elizalde (Ministro de Relaciones Exteriores en la presidencia de Mitre). Esa aureola -y por haber sido su hijo Alberto cadete del Colegio Militar- sirvió más tarde a su nieto, Juan Domingo, para ingresar a la carrera de las armas.
El abuelo de Juan Domingo fue el único antecesor con notorio prestigio intelectual y social, lo que significaba un valioso reconocimiento en la Argentina. Fue un gran hombre, un gran médico, pero sobre todo recordado docente por su abnegada tarea de cátedra en la universidad porteña, que no la abandonó ni siquiera ante la enfermedad que terminó por doblegarlo, algo que le consiguió el reconocimiento de colegas, amigos y alumnado. Cabe citar, también, que haya reunido en su jardín la colección de rosas más espectacular de Sudamérica, con 500 variedades.

DESENTRAÑANDO A LA HISTORIA.

Cuando miramos hacia atrás, hacia el pasado, vemos irremediablemente que, ese pasado, se nos bifurca en infinidad de direcciones, eventos, acontecimientos, sucesos, hechos...
Es en el método que utilizamos para vincular todo ese conjunto de elementos, en cómo sistematizamos y ordenamos para su posterior difusión en los medios de consumo masivo (libros, televisión, documentales, discursos, etc.), lo que permite separar una escritura de otra. Una lectura de otra. Una posición de otra.
Por supuesto que, cuando uno elige qué dar a conocer, deja de lado muchas otras cosas.
Esta elección no se da como resultado del libre albedrío, sino que es el resultado de la interacción de diversas influencias que condicionan la propia escritura y al escritor mismo. Cuando seguimos la trayectoria de un hecho histórico, aparecen situaciones en que ésta se vuelve cada vez más inestable y finalmente se descompone en una multiplicidad de nuevas bifurcaciones. Cuál de esos caminos resultará elegido, es una cuestión ‘subjetiva’, es una elección condicionada por la “visión de mundo” de la estructura mental de carácter colectivo que representa la clase o sector social a la que el indagador pertenece. Es decir, quien escribe lo hace comprometido con una posición social a la que representa, con un sistema económico y político al que se adscribe, con una ideología a la que adhiere. Bien afirma Marc Bloch “...a todo estudio de la actividad humana amenaza el mismo error: confundir una filiación con una explicación”. Por supuesto, este tipo de actitudes nos lleva a considerar la Historia como “literatura conjetural” o una representación para fabricar ficciones.
Además, dista mucho de que los hechos descriptos en la historia sean la pintura exacta de los hechos mismos tal como han ocurrido: éstos cambian de forma en la cabeza del historiador, se amoldan a sus intereses y adquieren el tinte de sus prejuicios”, afirmaba Jean J. Rousseau.
El pasado es una construcción y una reinterpretación constate en que la historia “recoge sistemáticamente, clasificando y reagrupando los hechos pasados, en función de sus necesidades presentes. Sólo en función de la vida interroga a la muerte (...) Organizar el pasado en función del presente: así podría definirse la función social de la historia”, nos indica Lucien Febvre

No siempre la historia que conocemos suele ser la historia fidedigna y verosímil. Diferentes razones hacen que ésta se desvirtúe y que al final de los tiempos nos lleguen vagas referencias que en la realidad nunca tuvieron tal importancia o veracidad. Tal vez las causas por lo que sucede esto sean por el transcurso del tiempo que casi todo cambia o el caudal de intereses que los suscitaron. Un proceso narrado históricamente puede tener dos o más variantes o ambas, aún ajustándose a la verdad, puede tener interpretaciones diferentes. Todo se circunscribe a la sensibilidad y formación, claridad y honestidad intelectual de quien escribe.
Cuando muere Juan Domingo Perón el 1 de julio de 1974, desaparece no sólo el protagonista principal de una gran parte de la historia argentina, sino que con él se fueron también muchas de las posibilidades de desentrañar la verdad sobre episodios que construyeron su propia figura mitológica. Desde sus orígenes, el General mantuvo con sus fuentes una oscura relación, que fue acrecentada por quienes lo rodearon en las diversas contingencias de su vida política y por él mismo, que se prestó a una suerte de ocultamiento de sus datos personales.
Ni siquiera de su fecha de nacimiento hay certezas definitivas. El día es aún discutido: si el mismo se produjo el 7 o el 8 de octubre. Si fue en 1895 o en 1893.
Si en su ascendencia predominaba la sangre india o provenía de familias de inmigrantes; y, finalmente, hasta su mismo lugar de origen están hasta hoy en tela de juicio. Sorprende entonces la forma en que se construyó una historia cuando debieron haber estado asentados los principales hechos de su vida, como en cualquier caso, máxime siendo integrante de una institución como el Ejército mismo.
En cierta oportunidad el historiador Félix Luna se acercó a Perón para recabar de él datos que necesitaba para sus trabajos. La respuesta de Perón fue desalentadora:
- Mire Luna -le dijo- todas estas cosas yo se las dejé a Pavón Pereyra para que sea él quien las maneje, de manera que ahora no puedo inmiscuirme en lo que está haciendo.
Enrique Pavón Pereyra, historiador que compartió con Perón la primera oficina que tuvo éste en el Ministerio de Trabajo, fue con el correr del tiempo el biógrafo oficial del ex presidente. Así, en uno de sus últimos libros - “Yo, Perón” - escribe en primera persona, como si fueran realmente las memorias dictadas por el ex presidente la biografía de éste. Es la base de este blog.