viernes, marzo 06, 2009

El nacimiento en Roque Pérez el 7 de octubre de 1893.

Mario Perón renuncia a su cargo de Juez de Paz en Lobos y consigue el traslado a Roque Pérez, donde ejerce entre 1892 y 1898. A principios de 1892 compra unos terrenos que escritura en 1893 a nombre de su compañera Juana.
Durante ese fin de siglo avasallador, se lotea unas tierras de la sucesión de Félix Gutiérrez cerca de la estación de Roque Pérez. Compraron varios terrenos (seis en bloque a nombre de Juana; una esquina a nombre de él) y construyeron una casa, modesta y casi rural, una de las primeras que surgieron cercanas a la estación que aglutinó a los pobladores pioneros, en pleno campo del cuartel sexto de Saladillo, a diez cuadras de la estación Roque Pérez del ferrocarril. Perón siguió viajando regularmente a Lobos hasta 1895 a pedido de Del Mármol (Intendente de Lobos), y mientras tanto Juana criaba ovejas en Roque Pérez, en campos de los Sagastizabal y de los Atucha.
De la unión de ambos nació el primer hijo, Avelino Mario, el 30 de noviembre de 1891. Puesto que Mario Perón era funcionario, no estaba casado y provenía además de una familia distinguida tuvo temor de reconocer legalmente a su hijo, fruto de un vientre indio. Entonces por medio de un amigo hizo anotar al niño con el apellido Sosa. Este fue un muchacho retraído y de opacas ambiciones, que luego se casará con Eufemia Jauregui y tendrán nueve hijos: Dora Alicia, Eufemia Mercedes, María Juana, Mario Alberto, Olinda Argentina, Lía Vicenta, Amalia Josefa, Antonio Avelino y Tomás.
El 7 de octubre de 1893 nace Juan Domingo. Como en Roque Pérez no había registro civil (y tampoco Iglesia) es anotado en el registro civil de Lobos, como hijo natural, con el nombre de Juan y con el apellido de la madre: Sosa.
Dominga Dutey, abuela paterna de los chicos, está furiosa. Le dice a su hijo que, si mezcla su apellido con el de una aborigen, es capaz de quitarle su apoyo y unas cuantas cosas más. La opinión de Dominga pesa. Mario llama a su hijo Juan Domingo, en señal de reconocimiento y le ruega a Juana inscribir a sus hijos con el apellido Sosa y pone a nombre de su mujer la titularidad del rancho. Y eso es lo que sucede.
Recién el 11 de agosto de 1894 Mario Perón reconoce como hijo propio a Avelino en el registro civil de Lobos y el 8 de octubre de 1895 hace lo propio con Juan Domingo. Anotado irregularmente en Lobos, es decir dos años y un día después, y finalmente bautizado recién el 14 de Enero de 1898 como Juan Domingo Sosa, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Lobos. Al no estar casados, el padre inscribe a los hijos con su apellido y la madre los bautizaba más tarde con el suyo.
En 1895, cuando se produce el nacimiento del segundo hijo, el pueblo todavía no tiene registro civil y es un punto pequeño dentro del partido de Saladillo. El camino a Saladillo es dificultoso y lleno de peligros. Mario y Juana deciden tomar otra dirección e inscribirlos en el registro civil de Lobos, un trayecto que es casi la mitad de corto -30 km. contra 50-, más prolijo y seguro ya que, por entonces, era el camino más transitado para llegar a Bs.As. La de anotar a sus hijos en Lobos es una costumbre habitual para los vecinos de Roque Pérez, hasta que se abre la Delegación del Registro de las Personas en 1906 y todos los bautismos de los pobladores de la zona debían efectuarse en otras Parroquias hasta la inauguración del primer templo local el día 19 de febrero de 1899.
En Roque Pérez, Avelino y Juan Domingo cabalgan de sol a sol. Criados a lo indio, montando a caballo desde los dos años, corriendo tras su madre cuando iba a esquilmar ovejas. A veces ella viaja a Lobos como nodriza, a amamantar bebés del pueblo. Los vecinos de Roque Pérez suelen ver a Juan Domingo sobre un carrito tirado por su hermano mayor o jugando a piratas con sus espadas de maderas. Desde la infancia se irá forma con las primeras impresiones de las virtudes de la gente de pueblo, del paisano y del hombre a caballo, de su proceder y naturaleza, y cuyos méritos elogiaría toda su vida “...se trataba de gente magnífica; en su infinita humildad cabría una grandeza que no me fue posible encontrar luego en gente más evolucionada”.
En la ciudad de Lobos, Carmen Rodríguez, hija natural del Dr. Eulogio Del Mármol, estaba por dar a luz un hijo del estanciero Juan Moore. El niño nació el 5 de agosto de 1895 y se llamó Ismael. Como su madre no podía darle el pecho, y en esa época no existían sustitutos de la leche materna, Juana Sosa se estableció junto a sus dos hijos (todavía amamantaba a Juancito) en la casa de Carmen Rodríguez para dar el pecho al hijo de Moore y nieto natural de Del Mármol. Estas circunstancias explican que haya vecinos que fueron testigos de la estancia del niño Juancito en Lobos.
Mario Avelino Perón asistió, en el año 1898, a la Escuela nº 11 en la propiedad rural de la familia Atucha sita en el Cuartel 5º del Partido de Saladillo, a pocos kilómetros de Roque Pérez.
En el año 1898 Mario Perón parte sólo a Chubut a administrar una estancia. Deja a sus hijos en Roque Pérez. Pero pronto la estancia cambia de dueños y Mario vuelve al pago. Ya había llegado a oídos de su madre, Dominga Dutey, la noticia de que Mario había formado una familia. Ella presionó para que Mario reconociera a sus dos hijos y después para que se casara finalmente con Juana "...y se ponga en forma con la religion y la sociedad". Eso ocurrió el 20 de septiembre de 1901 en Buenos Aires.
No dura mucho el pequeño Perón en Lobos. En 1899, la familia se traslada a Buenos Aires, al hogar de los abuelos paternos, previo paso por casa de unos parientes en el pueblo de 25 de Mayo, donde cierta tarde, como un Tales de Mileto, resbala y cae al fondo de un pozo ciego al andar distraído, por esa natural curiosidad de observarlo y entenderlo todo, y es rescatado milagrosamente por una tía, que cuando por fin lo sacan, no sin muchas penurias y dificultades, en lugar de llorar por el temor dice al gentío que se allegó, que todo está bien, que no se asustaran. Ningún castigo, ni siquiera una ‘cascada’, “cosas de chicos” dirá su padre.
Ya en la capital, por intermedio de otro pariente lejano que se los sugiere, deciden trabajar las tierras que esa rama de la familia posee en el sur del país, en Trelew, provincia de Chubut. Mario y Juana parten hacia aquella provincia patagónica. Los hijos quedan en casa de la abuela Dominga en Buenos Aires y luego siguen a sus padres.
Con los años, el Gral. Perón le revela a Enrique Pavón Pereyra, su biógrafo: “Yo, como si hubiese jugado al destino en una mágica apuesta, logré conservar hasta hoy el origen de mi nacimiento como un profundo secreto… [En Lobos] hay una casaPero con toda seguridad no vio mi alumbramiento, pues éste había acaecido en Roque Pérez, partido de Saladillo”...“Mi nacimiento fue tomado con más calma que el de mi hermano Mario. Tanto fue así que mi padre decidió anotarme dos años más tarde. Un día más o menos, un año más o menos, ¡qué importancia podía tener! Ni mi propio padre le dio trascendencia y ante la pregunta del secretario del registro civil de Lobos: ‘¿Cuándo nació el niño?’, no dudó en responder que había sido en la víspera. Y así fue anotado mi nacimiento aquel 8 de octubre de 1895, como acontecido el día anterior. Pero en realidad yo ya tenía dos años para esa fecha. Mi nacimiento fue verdaderamente un 7 de octubre pero de 1893... Así constaba en las páginas del registro parroquial que lamentablemente una gran mancha de tinta derramada "casualmente" sobre el renglón que daría crédito a mis palabras, se ha encargado de silenciar para siempre. Se afirma que fue el pueblo de Lobos quien me vio nacer. Allí hay una casa, la de mis primeros años, donde gatee, donde comencé a dar mis primeros pasos, paro que con toda seguridad no vio mi alumbramiento, pues este había acaecido en Roque Pérez, partido de Saladillo."…"... mi origen se transformará en una constante a través de mi vida; será por eso quizá que la fecha de mi nacimiento quedó velada durante tantos años. ¿No habrá sido quizá una maniobra inconsciente de mi parte para ocultar un sentimiento de ilegalidad que me negaba a reconocer?" "no tenía padre, y la ley argentina prohibía investigar la paternidad del recién nacido. Pero sí se castigaba el adulterio y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo eximía de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. ¿Eso era justo? Nosotros hicimos una ley que daba al hijo natural los mismos derechos que el hijo legítimo"
…“Cuántas grandes mujeres quedaron al margen de los hechos sociales, ignoradas por su propia comunidad, observadas con espanto; cuando en realidad su único pecado fue el coraje de haber sido madres solteras? Esas mujeres quedaban solas para enfrentar la vida. Ese hijo no tenía padre, y la ley argentina prohibía hasta investigar la paternidad del recién nacido. Pero sí se castigaba el adulterio y ese hijo pasaba a ser un bastardo. Al padre se lo eximía de toda culpa y al hijo se le cerraban las puertas del futuro. Eso era justo? esta situación de desprotección sucederá, mientras las mujeres no intervengan más asiduamente en el espíritu de la legislación; hasta que llegue ese momento, las leyes estarán siempre hechas por adúlteros!, que ignoran que no hay hijos ilegítimos sino padres ilegítimos”.

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