miércoles, marzo 04, 2009

NUESTRO OBJETIVO.

Mucha tinta se está derramado en torno a la biografía política del General Juan D. Perón. Sus aciertos y desaciertos. Sus emociones y reacciones. Su ética e inmoralidad. Su claridad y cegueras. Sus reservas y recelos. Desde autores nacionales y extranjeros, incluso cineastas de dudoso interés por la memoria, todos montados en sus propias ideologías, tendencias y personales visiones de mundo.
Sin temor a equivocarnos, este ‘historicismo’ intenta reflejar una naturaleza ecléctica en los rasgos de la personalidad de Perón: con vertientes en el nacionalismo conservador, el catolicismo social, del sindicalismo corporativo, en el modelo militar prusiano, del fascismo italiano, del bolchevismo ruso, etc. No obstante, poco se ha escrito o investigado en los aspectos más significativos y significantes del hombre, Juan Domingo.
Han utilizado todos los artificios, todas las artimañas - habidas y por haber - que pueda otorgar el abusivo ejercicio del poder para tergiversar, desacreditar o vaciar de contenido su paso por la historia de nuestra casa Argentina. Nunca entendieron lo que sucedía en las profundidades de la República, y por eso no tuvieron (y no tienen) la capacidad de comprender y acompañar la gran transformación inspirada por Perón.
Paradójicamente también somos nosotros, los Justicialistas, los que favorecemos este quehacer. Nuestro pueblo, y en particular las nuevas generaciones de argentinos, no identifican y reconocen con clara naturalidad lo que Perón soñó: una Comunidad Organizada con Justicia Social.
Recordando algunos pasajes del Libro de Lucas, vers. 19:45, donde Cristo, compungido y apenado, encuentra en la entrada del Templo de su Padre una horda de mercaderes haciendo sus convenientes negocios, comienza a expulsarlos violentamente, expresándoles: “Dios dice en la Escritura, ‘mi casa será casa de Oración’...”.
Del mismo modo, nuestra Doctrina se impregnó de mercaderes que terminaron argumentando actos y acciones políticas que corresponden a otras ideologías extrañas a nuestras tierras, a nuestra idiosincrasia, a nuestra argentinidad...al peronismo.
Antes fue John W. cuba libre Cook que interpreta a Perón para una voluble izquierda peronista que (junto a Hernández Arregui, Abelardo Ramos, Rodolfo Walsh y otros), será el brebaje de Montoneros, la ‘Tendencia’ expulsada en Plaza de Mayo. Luego, Jorge Castro y Claudio Chávez los intérpretes liberales de Perón y el menemismo. Y ahora, la apostasía de Horacio lo sé todo Verbitsky, Luis la banda sigue tocando Duhalde y Miguel bolazo Bonasso, con sus particulares visiones de expulsados del paraíso, los de estos bolcheviques bucaneros.
Por otro lado, tenemos al ‘dublés’ Juan J. Sebrelli, León Rozitchner y al ‘rojo’ Luis A. Romero, Tulio mendaz Halperín Donghi - entre los historiadores -, Gino Germani y Juan C. Torres -entre la excentricidad de la Sociología- quienes definen a Perón como hijo del fascismo italiano; a Torcuato cafetín de Bs.As. Di Tella, sosteniendo que es un populista de izquierda; o, un oportunista demagógico en Alejandro alma en pena Horowicz y Hugo te odio te odio Gambini, etc. etc. Así queda conformado el sustrato ideológico del nuevo “gorilaje” al que nos enfrentamos; antes eran los conservadores, la curia y los oligarcas, ahora provienen de una ‘siniestra’ que se conceptualiza como ‘progresista’ o de ‘nueva política’. Sin borrar de la memoria a Felipe robacuentos Piglia, ni a Juan Pablo Página 12 Feimann o Félix Luna (al que echaremos un manto de piedad).
Igualmente, los socialistas y comunistas (cipayos moscovitas) lo han conceptuado como un movimiento fascista y a Perón como una caricatura de Mussolini. La U.C.R. y la nunciatura metropolitana lo ven como el Régimen, totalitario y demagógico; la derecha liberal y la Intelligentzia universitaria lo identifican como populismo de derecha o de izquierda, incluso como bonapartismo o neo-bismarckismo. Y la tilingorilería intelectual lo denuncia como un ser cínico, locuaz e ilusionista, dominador, con odio a la cultura, rencoroso, de conciencia fría y charlatán, que se dirige en mangas de camisa a un populacho fatídicamente mayoritario e igual de resentidos.
Lo acusaron de vandálico que utilizando la barbarie había quemado templos sagrados, y que el peronismo estaba formado por turbas endemoniadas que había saqueado la Republica. A Perón le presentaban como un monstruo y a Evita como una prostituta trepadora que utilizaba a los pobres para saltear las arcas del país y guardar el botín en Suiza y…Viva el cáncer!
A todo este ‘aluvión zoointelectualizado” debemos sumarle los “mercaderes” que se esconden detrás de los claustros académicos, haciendo a la par su ‘negocio’ ideológico, produciendo y reproduciendo su retrógrada dialéctica materialista que se expande por los ciclos de formación escolar e impiden, a las nuevas generaciones de jóvenes, aprehender y comprender a Perón.
Cuando la realidad peronista emerge, el 17 de octubre, no supieron como definirla: chusma, turba, gentuza, desclasados, bárbaros que no representan a ningún sector de la civilidad porteña. Desconocen todo sobre aquella presencia doliente, de esa existencia profunda, subterránea, perturbadora. Con su hallazgo, los ‘contreras’ no aceptan alternativas, no quieren tener ninguna proximidad con ella, la repudian y la excluyen calificándola vorazmente. No qieren un nuevo jugador en la toma de decisiones de su Argentina. Intentarán silenciar eso diferente, ocultándolo o desfigurándolo.
Lo más deplorable que le puede pasar a un país es que haya muchos hombres que clamen justicia y no la obtengan. Cuando esa justicia es clamada por los humildes la perspectiva es más triste todavía, porque ellos son los que necesitan más de ella. Por eso es que la Justicia Social es la justicia más indispensable sobre la tierra. El más poderoso de los argentinos tendrá que aprender a sentir la tristeza de comprobar que el más humilde sufre”.
Los gobiernos anteriores a Perón se habían mantenido alejados de las necesidades de la clase trabajadora. No regulaba las actividades sociales como era su deber, adoptando una actitud indiferente y suicida, mientras el incumplimiento de los deberes patronales, libres de la tutela estatal, sometía a los trabajadores a su conveniencia, provocando rebeldías que amenazaban disputar el poder del Estado. La burguesía terrateniente, en lugar de discernir que el axioma marxista de la lucha de clases caía vencido por el más humano y valiente de la colaboración de clases -proclamado por Perón- les permitiría equilibrar las relaciones entre el capital y el trabajo con el amparo del Estado, pero se resistieron a todo llamado a la comprensión que “…al precio de algunos puntos menos en sus altos dividendos, permitiría expandir por todos los ámbitos de la Patria un poco más de justicia social que nuestro pueblo manso y sufrido venía reclamando humildemente, sin dejarse tentar por los ejemplos de otras tierras donde el mismo fruto, en lugar de esperarse, se arrebata...y a que precio!”
La Revolución Social llevada a cabo por Perón no solo tenía como destino a la Argentina, este era el comienzo, se expandiría como un soplo fresco y vivificante por todo el continente, asiendo crujir los cimientos de los países hermanos ante la proximidad de un nuevo concepto: JUSTICIA SOCIAL.
Por eso la simple mención de su nombre nos conduce a las entrañas mismas de la historia argentina contemporánea. ¿Pero, cuál es la historia íntima de este hombre que quería ser ingeniero o médico y que fuera tres veces presidente de la Argentina?
A lo largo del S.XX, influyó más que ninguna otra personalidad política sobre la conciencia de los desposeídos. Miles de veces multiplicó los panes y los peces para saciar el ancestral hambre y sed de justicia de sus descamisados. Permitió descubrir la conciencia social de los trabajadores argentinos, y al país integrarse a sí mismo y fue su aporte más importante el de producir una de las mayores revoluciones sociales incruentas en la historia contemporánea americana.
El pertenecía al porvenir, a esa raza antigua de conquistadores que, como un Alejandro Magno moderno, intentaría unir a Hispanoamérica en torno a una fe, a un sueño, a una esperanza: un capitalismo organizado con justicia social. Quiso decirle a todo un pueblo ‘déjenme corregir todo lo que está mal por ustedes’ y los cargó a todos a sus espaldas -pero creo que nadie lo entendió-.
En síntesis, cuando las generaciones futuras busquen en las fuentes para enterarse qué significó en el contexto social de nuestra argentinidad el advenimiento de una personalidad tan controvertida, antes de encuadrarlo dentro de los cánones europeístas de las Ciencias políticas, deberán estudiarlo desde el contexto humano de su personalidad: ahí encontraran al verdadero Perón... Y este blog su contribución!

EL CORONEL DEL PUEBLO.


YO JUAN PERON, "sabes, Juan Domingo no fue muy diferente a vos"