viernes, marzo 06, 2009

El Capitán conciliador en los conflictos sociales. No a la represión!

En 1917, con 24 años de edad, es enviado a reprimir un conflicto gremial en la Forestal, establecimiento inglés en Villa Guillermina, Santa Fe. Sin embargo, Perón muestra una actitud conciliadora hacia los obreros, destrabando el conflicto sin reprimir. Este joven oficial exhibe una conducta que se diferencia del proceder tradicional del ejército. Las mediaciones en rebeliones obreras, las tareas educativas que el Ejército le encomienda, irán conformando un perfil que lo ubica entre los intelectuales de las FF.AA.
Esta parte fue su primera experiencia con los conflictos sociales, con el interior del país y con los estratos inferiores de la población; experiencia vital que le permitirá estrechar su mirada, junto a otros oficiales - como Domingo Mercante - en todo lo relativo a la “cuestión social”. Esto contrastaba con lo que sucedía con la mayoría de los oficiales “aporteñados” y los “porteños”, cuyas experiencias de juventud estuvieron signadas por sus estadías en las capitales europeas.
Su destino siguiente fue el Arsenal Esteban de Luca, Bs.As. No todo es arduo trabajo en su vida, también hay tiempo para el ocio. Acude al famoso Palais de Glace para ver en persona al dúo más famoso de aquellos tiempos: Carlos Gardel y José Razzano. Cuentan que antes de su actuación, Gardel estaba dialogando en la vereda con un grupo de amigos; abrió los brazos y dio un paso hacia atrás, como manifestando asombro, y pisó al joven teniente sin querer: “perdóname, hermano!”, le dijo y abrazo al joven soldado.
En 1919 le toca participar de la represión en la huelga metalúrgica de los talleres Vassena, suceso conocido como la Semana Trágica.
Ese año, era un año político en toda su dimensión, primero porque comienzan las pseudos organizaciones obreras que teñidas con distintos colores fragmentan los intereses de los trabajadores, mezclando los discursos reivindicativos con posturas ideológicas foráneas; y segundo porque ya existía en el gobierno un partido político nacional y popular que pretendía convalidar sus títulos haciendo suyos los reclamos populares, pero constreñido por las fuerzas retardatarias de la oligarquía. Fueron épocas de ojos bien abiertos”.
Los sucesos de Semana Trágica y las revueltas sucesivas, si bien son identificados con los reclamos de un amplio sector marginado, son partes de los síntomas de una sociedad anómica, donde la abundancia y marginalidad coexisten descaradamente. Donde también la oligarquía sabe que no puede prescindir de ese sector ‘enfermo’ e insolente que con gusto hubiese extirpado. No tienen la capacidad de concebir una ecuación donde los dos sectores coexistan armónicamente.
El conflicto de los talleres Vassena, en Bs.As., repercutió en el interior del país. En el pueblo de San Cristóbal, Santa Fe, los trabajadores se apoderaron de la estación ferroviaria. Estalló el pánico y los comerciantes cerraron las puertas de los negocios. El ejército obró con violencia desalojando por la fuerza a los obreros. Su actitud represiva obtuvo como resultado una violencia mayor. Obreros y tropa se convirtieron en enemigos de una guerra incompresible.
Los mandos superiores del ejército descubren que allí obraba con manifiesta animosidad el oficial a cargo del operativo contra los trabajadores, y deciden su relevo designando a Perón en su lugar. Su proceder fue similar a lo actuado en Villa Guillermina, en 1917.
Por donde quiera que mirara campos y ciudades eran habitadas por obreros y sus familias, pero morando junto a ellos la injusticia social, el hambre y el sufrimiento. Sólo yo lo advertía? No había ningún argentino capaz de suprimir tanto mal en nuestra tierra?...Cuando los obreros se declararon en huelga reclamando mejores salarios, sucedió la Semana Trágica. En ese entonces se los acusó de comunistas, de ócratas, se dijo que eran rusos. Me inclino a pensar que eran solamente pobres argentinos azotados por las miserias fisiológicas y sociales. La reacción violenta del pueblo hambreado no mide consecuencias. El rival circunstancial se transforma invariablemente en enemigo consuetudinario”.
Estas experiencias “sirvió para acercarme aún más a los desposeídos y comprender hasta qué punto nuestro pueblo vivía sumergido en la miseria. Descubrí que era preciso elevar el bajo nivel económico de los trabajadores, que producen y son mayoría, para que sus mujeres e hijos disfruten de la igualdad y del derecho de vivir dignamente”.
Los pensamientos de Perón, acerca de las relaciones laborales y la justicia social, tal como las expresara en su Doctrina, recibirán la influencia de su vivencia en Villa Guillermina y San Cristóbal.

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